La voz desgarrada del vocalista de La Maravillosa Orquesta del Alcohol -un excéntrico nombre que choca con un buen sonido- parecía un desafío a la bella e imponente parroquia de Sant Agustí en su día grande: «We have no money. We have no shame. [?] We are the masters of the World», cantaba durante las pruebas de sonido. El contraste era palpable a unos metros, donde la Colla des Vedrà posaba para los medios con caras alegres e impasibles ante los flashes.

Las lluvias de los últimos días dieron una pequeña tregua al pueblo de Sant Agustí durante la tarde de ayer, para que pudiera celebrar con tranquilidad los actos patronales, aunque los asistentes a la fiesta no cesaron de alzar la mirada al cielo encapotado. La lluvia llegó por la noche.

El obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, que presidió la misa y la procesión posterior, centró su homilía en la importancia de las parroquias, que según dijo son las responsables de «las cosas grandes» que se hacen en los pueblos. «Es importante mantener vivos los vínculos con las parroquias», añadió. En segundo lugar, el prelado explicó, utilizando la vida de Sant Agustí como hilo conductor, la importancia de la familia, la catequesis y la formación en la educación de los hijos. El patrón del pueblo fue en su juventud un hombre díscolo que encauzó posteriormente su vida gracias a su progenitora, Santa Mónica.

La tarde transcurrió con normalidad. Como es habitual, los cargos públicos de la isla coparon los primeros bancos del templo. Entre ellos la alcaldesa de Sant Josep, Neus Marí; el presidente del Consell, Vicent Serra, y otros miembros de sus respectivas corporaciones.

Los balladors, balladores, obrers y otros fieles de la parroquia llevaron a los santos en volandas en la procesión, mientras continuaban miradas nerviosas al cielo encapotado, que fueron constantes durante todo el recorrido.