Mirar el móvil de su novia a escondidas. Enfadarse porque se va con sus amigas. Poner mala cara cuando se viste especialmente guapa y no ha quedado con él.

Son tres de las actitudes machistas con las que pueden comenzar los malos tratos en las parejas adolescentes, según Olga Guerra, coordinadora de la Oficina de la Dona del Consell de Ibiza. Tres actitudes que deben despertar las sospechas de los jóvenes y su entorno y a las que han de poner fin. Detectarlas no es fácil, por eso a ello se destinan los talleres y actividades que organiza la Oficina en los institutos de la isla.

Desde que se pusieron en marcha, hace tres años, más de 1.500 jóvenes de entre 14 y 18 años han participado en estos talleres impartidos por Yael Baravalle, la educadora social. Olga Guerra asegura que bastantes adolescentes han acudido a la Oficina de la Dona después de asistir a alguna de estas charlas para explicar sus casos y solicitar ayuda y consejo. «Además del control extremo, sobre el teléfono móvil, las amigas o la manera de vestir, también hay algún bofetón», lamenta la responsable de la Oficina. Además de las propias afectadas, pueden detectar estos inicios de malos tratos las amigas o la familia. «El típico ´desde que tiene novio no se le ve el pelo´ puede ser un síntoma de alarma», insistió.

Olga Guerra destaca que a los jóvenes «les es más difícil reconocerse como víctimas porque piensan que los malos tratos son cosa de adultos y que eso no pasa entre las parejas adolescentes». En este sentido recuerda que todas las campañas, anuncios de televisión, de radio y carteles, tienen como protagonistas a personas adultas. «Son padres y madres, no adolescentes», insiste.

Por eso los talleres en los institutos intentan conseguir que los estudiantes se conciencien de que su edad no les inmuniza para ser víctimas de malos tratos o agresores. «Con mucha frecuencia las adolescentes no advierten que son violentadas ni que sus parejas ejercen control sobre ellas. No son conscientes tampoco de los indicadores que pueden desembocar en una violencia más explícita», explica Yael Baravalle en el texto del proyecto de teatro educativo con el que pretenden acercar la realidad de los malos tratos a los adolescentes de la isla.

Miedo al control de los padres

Además de la reticencia a darse cuenta de que están siendo víctimas de una «relación abusiva», las jóvenes son muy reacias a tomar alguna decisión, explica Olga Guerra. «Cuando se dan cuenta de la situación (si lo hacen) les resulta mucho más difícil denunciar o simplemente huir de la relación. También tienen miedo de que sus padres lo sepan, más que nada por las consecuencias que ello comportaría: piensan que, además de los malos tratos que sufren, serían ellas mismas las que se verían sometidas a un mayor control paterno y, por tanto, serían, de una manera u otra, ´castigadas´ con una mayor protección por parte de su familia y con un tratamiento más infantilizado», justifica el texto de la Oficina de la Dona.

Otro de los motivos por los que no se atreven a contar lo que les está pasando es porque piensan que nadie las creerá precisamente por su edad. También, debido a la percepción normalizada de la violencia en su vida, piensan que la justicia se dedica a asuntos más graves.

Olga Guerra y Yael Baravalle destacan la importancia de acabar con todos estos mitos sobre la violencia de género que tienen los adolescentes para evitar que sigan desarrollando esos roles al llegar a la edad adulta. «Hay que incidir desde las primeras relaciones para evitar que éstas condicionen también las futuras», indican. «Los adultos no solemos dar importancia a los primeros amores. Pensamos que en esta edad los sentimientos no son serios ni profundos y que no tienen ninguna trascendencia. Pero la violencia de género en la adolescencia es igual de severa, si no más, que en la edad adulta. Todo es magnífico en esta etapa. Los chicos se sienten presionados por el grupo de iguales a comportarse como ´machos´, y las chicas adoptan una actitud sumisa, creyendo que su amor provocará en ellos un cambio», añade la educadora social.

Olga Guerra recuerda que se decidió poner en marcha estos talleres de prevención destinados a los adolescentes de Ibiza tras comprobar, en un estudio sobre los roles de chicos y chicas, que éstos mantenían actitudes y pensamientos machistas. Este año la Oficina solo ofrecerá los talleres en 4º de Secundaria. «Nos hemos dado cuenta de que en Bachillerato ya es muy tarde. Cuanto antes se empiece, mejor», afirma Yael.

Además, se trabajará la violencia de género durante todo el curso en tres sesiones diferentes: desigualdades básicas y estereotipos, el amor romántico y la situación de la mujer que sufre violencia. «Queremos que aprendan a detectar el germen de los malos tratos, que el amor no tiene que ser exclusivo y hermético, que pueden tener su vida, ponerse minifalda y al mismo tiempo querer mucho a sus novios. Alguien que te quiere no te controla», insiste.