Un recluso de la prisión de Can Fita de Ibiza se escapó la madrugada del sábado al domingo de la enfermería del centro penitenciario y agredió a dos funcionarios, según ha podido saber este diario. No es la primera vez que sucede un hecho similar con este interno, ya que hace tres meses protagonizó un suceso de las mismas características.

A. M., magrebí de alrededor de 30 años de edad, está en prisión debido a un asunto relacionado con el tráfico de drogas, y también es consumidor, información no confirmada oficialmente. El sábado tomó algún tipo de sustancia estupefaciente, que habría obtenido de alguna de las visitas recibidas el fin de semana, según fuentes próximas a la investigación. El recluso estaba muy nervioso, por lo que los funcionarios decidieron llevarlo a la enfermería.

Una médico y una auxiliar técnico sanitaria (ATS) se desplazaron hasta el centro penitenciario para atenderle. Sólo había un jefe de servicio y un funcionario en el interior de la prisión, que cuenta en la actualidad con cerca de 140 internos, según diversas fuentes.

A. M. se escapó de la enfermería, sin que las dos sanitarias pudieran hacer nada para evitarlo. Los dos funcionarios salieron a su paso, pero tampoco pudieron detenerle, ya que el recluso posee una extraordinaria fuerza física. El interno les golpeó y los trabajadores tuvieron que recibir atención médica posteriormente, uno por lesiones en una pierna y el otro en la espalda.

Rompió cinco ventanas

Pero A. M. no se limitó sólo a las agresiones físicas, sino que también destrozó cinco ventanas a puñetazos. A continuación salió corriendo hacia el centro de la prisión y se subió a unos barrotes, siempre según la versión no oficial. Finalmente se desplomó y pudo ser reducido. Le inmovilizaron por delante, ya que no se le pueden poner las esposas en la espalda debido a su gran musculatura.

Los dos funcionarios avisaron a su compañera del módulo de mujeres para que vigilase la puerta de entrada a la cárcel, de modo que el compañero que estaba haciendo esa función pudiese ayudarles y ser tres hombres para reducir a A. M., en el caso de que despertase de su desmayo.

La Guardia Civil tiene siempre un destacamento en el exterior del centro penitenciario. Los agentes de la Benemérita también fueron avisados, al igual que una ambulancia. Entre los tres funcionarios, los guardias civiles y los sanitarios subieron al recluso a una camilla y le ataron con unas cuerdas.

En ese momento A. M. despertó y rompió las ataduras con un movimiento de hombros. Comenzó a correr, con las esposas puestas. Los agentes de la Benemérita consiguieron reducirlo de nuevo y el recluso fue introducido otra vez en la ambulancia. La Guardia Civil tiene constancia de lo sucedido pero no se pronuncia, por tratarse de «un asunto interno».

La versión transmitida desde la Dirección General de Instituciones Penitenciarias es diferente: sobre las 23,30 horas del sábado el compañero de celda de A. M. avisó al médico de la prisión, puesto que este último se encontraba mal. Cuando lo llevaron a la enfermería «reaccionó violentamente», pero Instituciones Penitenciarias no tiene constancia de que agrediese a funcionarios o de que rompiese alguna ventana, aunque sí de que se subió a una de ellas. De lo sucedido después, remiten a la Guardia Civil y al Ib-Salut.

Cuando la ambulancia llegó al hospital de Can Misses y los médicos iban a atender a A. M., éste se despertó de nuevo y trató de agredir a los guardias civiles, a los sanitarios y a los vigilantes de seguridad del servicio de urgencias. No consiguió su objetivo, aunque sí profirió bastantes insultos, según confirmaron ayer desde el Ib-Salut. En el hospital no rompió nada.

Entre los agentes del Instituto Armado y los vigilantes de seguridad consiguieron reducirlo de nuevo, y los médicos lo sedaron y pudieron por fin atenderle.

El recluso fue devuelto al centro penitenciario el domingo sobre las doce del mediodía. Se le aplicó un castigo que consiste en una restricción de sus movimientos en la prisión, según informan desde Instituciones Penitenciarias.