Adolfo Pérez Esquivel ha realizado esta semana una visita fugaz a Ibiza para pronunciar una conferencia en el Club Diario de Ibiza sobre derechos humanos, sin recordar muy bien si ya estuvo o no en la isla alguna vez. Viajar y hablar por el mundo para defender la justicia y la paz es su profesión y su compromiso desde que recibiera en 1980 el Premio Nobel de la Paz. Ha cumplido 78 años pero dice no sentirse cansado de luchar por lo que es justo. Sabe que, inevitablemente, cuando se le pregunta, se espera siempre de él una lista de soluciones para arreglar el mundo.

—Desde que usted fue encarcelado y torturado en 1977, ¿ha habido importantes avances en el respeto de los derechos humanos?

—A nivel internacional han cambiado muchas cosas, ninguna sociedad es estática. En América Latina, por ejemplo, ya no tenemos las dictaduras militares. Ahora bien, cuando hablamos de los derechos humanos hemos de hablar desde su integridad, no es únicamente tortura, cárceles, desaparición de personas... Para mí se violan los derechos humanos cuando se nos mueren tantos de niños de hambre. O este saqueo de recursos naturales, de la biodiversidad. Existe una dictadura económica en el mundo, que está definiendo muchas cosas, como el uso irracional de los recursos naturales que trae consigo la marginalidad, la violencia y la pobreza. Desde esta perspectiva, en América Latina tenemos que trabajar en los derechos humanos y no quedarnos en la época de las dictaduras militares.

—Resulta inevitable en estos días preguntarle por la activista saharaui Aminatu Haidar, en huelga de hambre desde hace casi un mes en Lanzarote. ¿Qué solución ve?

—Es una solución política y humanitaria, tanto del gobierno de Marruecos como del español. Esta mujer no está en huelga de hambre porque quiere, es un reclamo, una lucha para que se respeten sus derechos como mujer saharaui. ¿Por qué no se resuelve de una vez el problema saharaui? ¿Qué hacen las Naciones Unidas?

—Como mediador de conflictos internacionales, ¿existe alguna fórmula para lograr poner de acuerdo a dos partes sin que parezca que una de las dos ha cedido?

—Un mediador no resuelve nada, lo que hace es un acercamiento para ver si las partes se ponen de acuerdo en encontrar una salida política. Estudia, primero, por separado, lo que propone cada uno, el nivel de sus exigencias. Hay exigencias de mínimos, intermedias y máximas. ¿Por dónde empezamos? Porque si uno propone de entrada exigencias máximas, ya no hay nada que hacer. El mediador intenta acercar posiciones. Las dos partes deben siempre ceder algo en bien de todos. Este es el trabajo de la mediación.

—Obama acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz con un discurso en el que ha defendido la ´guerra justa´.

—Yo no creo en la guerra justa. Existen las causas justas, pero la guerra nunca es justa. La paz nunca puede ser el fruto de la guerra. Es el fruto de la justicia. Habla del terrorismo de los demás, pero no habla del terrorismo de Estado. Dice que es necesaria para defender en Afganistán o en Irak... ¿para defender qué? Sus propios intereses políticos, económicos y estratégicos, pero no la libertad de los pueblos que están siendo masacrados. Creo que la de Afganistán es una guerra perdida, por más que mande a 30, 40 ó 50 mil soldados. La Unión Soviética estuvo metida allí veinte años y salió derrotada. Es lo mismo que Vietnam. Es el gran fracaso de Estados Unidos. Obama se está pareciendo cada vez más a Bush. Su discurso me ha parecido terrible. Voy a escribirle una carta a él para decírselo y también al Comité del Nobel.

—¿Cree que América Latina es un problema para Estados Unidos con los nuevos gobiernos emergentes de izquierda?

—América Latina siempre ha sido un problema para Estados Unidos. Por eso impuso dictaduras y ahora pone bases militares, intenta golpes de estado contra Chávez, contra Morales, interviene de muchas maneras en la política interna de muchos países. Siempre se quiso apropiar de América Latina. Ahora se encuentra con una serie de gobiernos que tienen pensamientos propios, políticas propias, objetivos comunes... De ahí vino el golpe de estado contra Honduras. Zelaya fue derrocado simplemente porque quería hacer una consulta popular para reformar la Constitución. Bastó eso para el derrocamiento. Para los militares y para el Pentágono, la Constitución es de piedra, no se puede tocar absolutamente nada. No hay que olvidar lo que fueron los diez años de guerra en Nicaragua, con la CIA y el minado de los puertos... Aquí en España veo que hay una gran publicidad contra Hugo Chávez.

—Muchas de las acciones de Chávez, como el cierre de medios de comunicación incómodos para él, de la oposición, no parecen tener demasiado crédito democrático...

—Lo que pasa es que el de Chávez, como el de Morales o Correa, son gobiernos que tienen pensamiento propio y dicen hasta aquí no más. Fíjate qué curioso, Morales nacionalizó los recursos del país y les dijo a las empresas que si querían seguir trabajando allí que se quedaran. Ninguna se fue. Porque antes robaban y ahora ganan. Esta es la diferencia. ¿Cuál es el pecado de Morales o de Chávez? Que han desterrado el analfabetismo, han elevado la salud del país, han generado el desarrollo. Venezuela no producía nada de nada, todo lo compraba a Estados Unidos. Bien, ¿qué es la libertad de prensa? Creo que hay una confusión muy grande en este aspecto. Los grandes medios, los grandes monopolios informativos mataron la libertad de prensa y privilegiaron la libertad de empresa. No son sinónimos. El control de los medios es terrorífico. ¿Quién controla la CNN o los medios de comunicación de Venezuela? No se han cerrado periódicos, pero el gobierno tiene derecho a no renovar la concesión a las empresas periodísticas, y esto es lo que ha ocurrido. No hay persecución a los medios de comunicación. Simplemente, cuando se les acabó la concesión, el gobierno dijo que estos medios no eran buenos para el pueblo.

—¿No es ésta una manera demasiado paternalista de leer los periódicos o de ver la televisión?

—Se puede pensar que esto es matar la libertad de prensa, pero no es así. Lo mismo que el grupo Clarín en Argentina. Antes tenían todo el monopolio de la comunicación, y eso era para ellos la libertad de prensa... Para ellos, pero no para el pueblo. Con la nueva ley ya no es posible. Hay que cambiar los conceptos.

—¿Cree que Europa sabe qué hacer con América Latina, cómo relacionarse con ella?

—Sabe pero no quiere. Actúa de la misma forma que Estados Unidos. Hablan del libre comercio, pero este libre comercio es falso. Subvencionan a sus productores, pero nuestros países no tienen capacidad de subvencionar a los suyos. Entonces, es una imposición de sus mercaderías. Y algunos países han dicho basta.

—Usted ha denunciado también la actuación de algunas empresas españolas como Repsol o Telefónica.

—Hacen unos desastres fenomenales. Hay empresas que devastan todo y no dejan nada. Mejor dicho, sí dejan algo: hambre y pobreza, destrucción del aparato productivo del pequeño y mediano productor rural. Es una situación de injusticia. Ahora, cuando aparece un gobierno que les pone límites, entonces se dice que es una dictadura. ¿Por qué Evo Morales ganó las elecciones con el 66 por ciento de los votos? Porque el pueblo se siente interpretado. Europa debe cambiar sus políticas y no seguir a Estados Unidos.

—La «nueva identidad latinoamericana» de la que habla usted en su libro ´Cultivemos la paz´, tiene que ver con estas nuevas políticas.

—Sí, lo que vengo planteando, a escala mundial, no sólo latinoamericana, es que necesitamos un nuevo contrato social. La diversidad es la gran riqueza de los pueblos, no la uniformidad. La naturaleza nunca creó monocultivos. La ONU sigue dominada por cinco grandes potencias desde 1948 que aplican el derecho de veto. La ONU debería estar al servicio de los pueblos, pero no lo está. El FMI, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio son organizaciones malignas para los pueblos. No contribuyen en nada en la vida de los pueblos, al contrario, resultan nefastas. Benefician sólo a las grandes corporaciones, a los monopolios, pero no a los pequeños y medianos productores.

—La crisis económica, ¿la ve como un serio aviso al sistema capitalista o sólo como una avería más en su sólido engranaje?

—La crisis económica se da porque todo ese dinero enorme que había en los países industrializados se lo están llevando unos pocos. Han vaciado los bancos, aunque en algún lugar está el dinero. Nosotros tuvimos en Argentina el ´corralito´, en el que las grandes empresas sacaron el dinero. El problema de la crisis económica es que los gobiernos salvan a los bancos y a las multinacionales, pero no al industrial o al productor rural. No salvan a la gente de pasar hambre. Cada día mueren de hambre en el mundo, según la FAO, 35.000 niños. ¿Qué significa esto? ¿Por qué, teniendo los medios científicos y tecnológicos, no se resuelve este asunto? Porque no quieren. En este proyecto de dominación están sobrando las dos terceras partes de la población mundial. Apropiarse de los recursos de los pueblos es lo único que les interesa. De ahí que haya tantos ejércitos en América Latina, en Afganistán... Vayamos a las causas de los problemas, no sólo a sus efectos. Hagamos una lectura más profunda. Hay informes sociológicos, urbanísticos, que dicen que dentro de 25 años el 85% de la población vivirá en las grandes ciudades, en las periferias. La gente tiene que irse de sus países por el hambre, porque no puede vivir allí. Hay 32 países que no tienen agua, pero una empresa minera gasta alrededor de un millón y medio de litros de agua al día para sacar el oro, la plata, contaminando el agua.

—Esta semana se ha celebrado la Cumbre del Clima en Copenhague.

—No me interesa. No hay voluntad política. Se gastan el dinero para poder decir que se hace algo para el clima y nada más. Lo que sí sería positivo es la creación de una Corte Penal Internacional del Ambiente, reformar los estatutos de Roma y castigar a los gobiernos que están violando los derechos de los pueblos. Pero no lo van a hacer. Yo creo que de verdad hay estados a los que no les interesa salvar el planeta ni hacer nada por los pueblos. Por ejemplo, le pedimos a Estados Unidos, a Obama, que firme la Convención Internacional del Derecho de la Infancia. Pues bien, es el único país que no lo ha firmado todavía. Y después nos hablan de democracia.

—Conoce bien España. ¿Cómo estamos en Derechos Humanos?

–Creo que España tiene muchos problemas. Una de las cosas que más me preocupa es que ha cerrado las puertas a todo lo que se venía haciendo en justicia universal. Las restricciones de la jurisdicción universal aprobadas en el Congreso me parece que son un retroceso muy grande. En el caso de los inmigrantes parece que España ha perdido la memoria. Se los expulsa, se los encarcela... Como si fueran delincuentes. Y podríamos seguir hablando así, ya que hay también problemas en la situación carcelaria española. ¿Por qué España manda soldados a Afganistán? ¿Porque se lo dice Estados Unidos? Ahora tiene tres cooperantes secuestrados por Al-Qaeda. No por casualidad, sino por sus posicionamientos internacionales. Son también víctimas de la política española.

—¿Al-Qaeda se hace más fuerte con las alianzas internacionales?

–No sé si se hace más fuerte, desconozco su capacidad. Lo que sí sé es que no sólo Al-Qaeda, son los pueblos los que están hartos de tanta violencia. Hay una indignación profunda en los pueblos. Lógicamente las alianzas se están creando más enemigos que amigos.

—¿No se cansa usted nunca de luchar? ¿Merece la pena?

–No, porque dentro de todo esto uno ve mucha energía. En la India, en África, en los pueblos latinoamericanos, uno ve una energía muy fuerte. Los Movimientos de los Sin Tierra de la India se conectan con los de América Latina. Vamos generando redes solidarias, sin dejarnos dominar por el pensamiento único. No hay que bajar los brazos en esto.