. Educadas para buscar el príncipe azul. Siglos y siglos educadas para ello, desde los tiempos de la Bella Durmiente. Sólo que ahora el supuesto infante añil sería un hombre guapo, con un buen trabajo, traje y corbata, maletín, buenos zapatos y del que la madre de cualquier mujer se sienta orgullosa al ver a su hija colgada de su brazo. Sólo entonces ella estará completa. Será la naranja completa, lo que la sociedad espera de ella. Ella misma pensará que por fin es alguien y su autoestima se fortalezará al ver reflejadas todas sus virtudes en los ojos de su príncipe azul.

Sant Josep | Marta Torres

Si esto fuera Ally McBeal ahora mismo oirían el sonido de un disco rayado. Algo va mal. El príncipe azul no existe y, si existe, las mujeres heterosexuales no tienen por qué hacer de su búsqueda el objetivo principal de su vidas. Es más, si no les apetece tampoco tienen que buscarlo. Ni aunque sea un poquito. A esta conclusión llegaron ayer las casi veinte mujeres que participaron en la primera jornada del taller de amor y pareja organizado por la Associació de Dones Progressistes de las Pitiüses en las dependencias municipales de Sant Jordi.

El curso, impartido por la psicóloga María José Naranjo, comenzó con unas imágenes de la soltera más famosa de los últimos tiempos: Bridget Jones. Las escenas sirvieron a las participantes para analizar la situación de las mujeres solteras en la sociedad actual. «Si no tienes pareja es malo, y si la tienes, también», apuntaba una de ellas. «Si no tienes pareja te acusan de ser una ligona», señalaba otra. «O te preguntas en qué has fracasado», insistía una tercera. «Lo que pasa es que nos han educado toda la vida para ese destino que es encontrar el príncipe azul. Eso es lo que lleva a Bridget a hacer lo que sea para encontrar un hombre», explicaba la psicóloga. Alguna veía entonces la imagen de la enorme braga-faja de la Jones como una metáfora de la mujer encorsetada en un modelo, el de la pareja aparentemente feliz y perfecta que dura eternamente. «En Bridget Jones vemos todo esto muy bien. Pero, ¿y en nosotras? ¿Sentís que sin pareja no sois nadie?», les preguntaba María José Naranjo.

Dejar de creerse el cuento

«En el trabajo se abusa de nosotras cuando no tienes novio», respondía una de las participantes. «Igual es que cuando tienes una actitud de felpudo te tratan como a un felpudo», replicaba la psicóloga antes de explicar que las mujeres suelen tener una «autoestima de pertenencia», es decir, que la mayoría sólo se valora en función del hombre que tienen a su lado. «Cuando ligamos o estamos con un hombre, sobre todo con un hombre que guste, tenemos un subidón de autoestima que no es verdadero», indicó. «Estamos educadas para creer que un día aparecerá un hombre, el príncipe azul, que lleva una caja con una etiqueta que pone `autoestima´», insistió.

La psicóloga insistió en que quererse no depende de lo que diga el resto de la sociedad, sino de lo que piense cada mujer de ella misma. En este sentido calificó como un avance los pasos que ya han dado las mujeres en el camino a dejar de creerse el cuento: «Ahora muchas reconocen que tienen que besar muchos sapos antes de llegar al príncipe, pero el objetivo sigue estando ahí». En ese momento habló de las mujeres que no se sienten completas y enteras hasta que no tienen un hombre a su lado y explicó que esta idea viene de `El banquete´ de Aristófanes, donde se habla de seres esféricos con cuatro brazos y piernas y dos cabezas que fueron partidos en dos por los dioses enfadados y que durante el resto de la eternidad buscan a su otra mitad. «Bueno, también se dice que Eva se creó de una costilla de Adán», recordó una de las participantes en el taller, que continúa esta mañana en Sant Jordi.

La psicóloga preguntó por qué las mujeres, generación tras generación, siguen manteniendo esta idea de que necesitan estar en pareja para no sentirse bichos raros. «Lo trasladamos las propias mujeres a nuestras hijas», respondió una de ellas. María José Naranjo asintió con la cabeza. «No creo que nuestras madres y abuelas quisieran hacernos daño. Querían lo mejor para nosotras, que fuéramos felices, y eso es más fácil si estás dentro de la norma», reflexionó antes de pedirles a las asistentas un ejercicio de imaginación: que escribieran en un papel cómo sería su hombre ideal, su primer encuentro y cómo se desarrollaría la historia de amor. «Podéis escribir lo que queráis, lo que soñéis, como si fuera una carta a las Reinas Magas», bromeó. Unas pusieron ojos soñadores y empezaron a escribir de inmediato. Otras, se veían incapaces. «A veces pienso que las mujeres somos pobres hasta para pedir», comentaba la psicóloga.