El Govern balear y el Consell de Ibiza pueden estar contentos; las campañas de desestacionalización turística están dando, por fin, resultados. Aunque, eso sí, los primeros que se han dado cuenta son los policías y guardias civiles que trabajan en la lucha contra las organizaciones criminales internacionales, porque, al parecer, los 'turistas' que de verdad llegan cada vez antes a la isla son delincuentes.

Los pioneros de la desestacionalización en Ibiza son maleantes y si para alguien resulta sorprendente tal vez debería pensar en ir bajando de la luna al mundo real. Esos delincuentes no 'desestacionalizan' para visitar Dalt Vila ni para disfrutar de los días soleados del invierno o la primavera pitiusos sino que lo hacen para preparar sus negocios, para estar bien instalados cuando llegue el verano, pero supongo que eso sólo son simples detalles que a nuestros gobernantes, que suelen confundir calidad con cantidad, les parecen naderías.

A fin de cuentas, estos individuos, que vienen, por decirlo de alguna manera, por motivos de trabajo, también cenan en restaurantes, compran en supermercados y se llevan alguna lagartija en imán que ponga 'Ibiza mon amour' para que sus familias puedan ponerla en sus neveras.

Y lo de la lagartija imán no es un ejemplo inventado; he visto una en la nevera de un traficante de drogas en un vídeo de una operación policial en Italia. No sé si ponía 'Ibiza mon amour' o 'yo trafico en Ibiza', pero quedaba muy propia en la nevera de un narco.

A fin de cuentas, hay muchos que no tienen los refuerzos morales adecuados para entender que no es lo mismo que el dinero que nos enriquece llegue del comercio legal o que llegue de las drogas, el proxenetismo o el tráfico de armas. A fin de cuentas, a nuestros políticos siempre les ha gustado decir que se debe promocionar el turismo de congresos, y los pioneros de la desestacionalización vienen a hacer negocios.

Pues bienvenidos sean los negocios. Porque todo buen empresario del sector, el del narcotráfico, quiero decir, sabe que estas cosas no pueden hacerse deprisa y corriendo y que no es todo llegar a la isla y besar algún santo. Hay que contactar con bares y otros locales del mercadeo de la noche y de la fiesta, hay que controlar la llegada de la droga a buen puerto y esconderla bien para cuando haya que repartirla, hay que cenar con algunos de los empresarios y/o políticos locales, pasar unos cuantos sobres de esos de los que tanto oímos hablar (o sea, negociar comisiones), ver de qué porteros búlgaros se va a disponer para permitir la venta de droga en ciertas discotecas y pasearse un poco en coche caro y llamativo (hay que mantener la imagen). Entre otras cosas y todas por el estilo.

Ya lo decía un policía en una noticia publicada hace unos días en Diario de Ibiza, «parece ser que los Porsche y los Hummer les gustan mucho, y si ves a alguno de los segundos casi puedes dar por hecho que quien lo conduce no es de los buenos». La elección de vehículos dice dos cosas de estos negociantes, que no tienen mucho miedo a que la ley les alcance y que necesitan dar muestras de su poderío ante los empresarios locales con los que deben tratar. También dice que son garrulos horteras a nivel de algunos futbolistas de Primera y que es probable que tengan algo corto, pero ese es otro tema; de la psicología que se ocupen otros.

Pues por algún sitio tenía que comenzar eso de la desestacionalización y, tratándose de Ibiza, ¿a alguien le extraña que las pioneras hayan sido las mafias internacionales? ¿Y qué, a esto también lo tenemos que llamar progreso? Los que más dinero ganan con estos 'turistas' que a su manera contribuyen a la desestacionalización, aparte de sus socios, son aquellos que alquilan casas y apartamentos ilegalmente. Porque pagan mucho y en negro.

Es decir, las mafias se instalan con la complicidad de quienes les alquilan las viviendas y, en reacción en cadena, con la permisividad de quienes tampoco hacen nada para controlar esos alquileres ilegales. Porque, como dice la Policía, si ves que llegan con Hummers te puedes plantear que no son de los buenos. Si te pagan grandes sumas con dinero negro, no son de los buenos. Si tú no alquilas la casa legalmente y si no avisas a la Guardia Civil si sabes o sospechas a qué se dedican tus inquilinos, tampoco eres de los buenos. Al final, en esta isla en el abismo de Helm, todo acaba reduciéndose a una pregunta: ¿En qué lado quieres estar?