Según informan los medios de comunicación locales, van a iniciarse de manera inminente varias campañas sísmicas en el golfo de Valencia y en el canal de Ibiza. Se pretende observar si existe una situación geológica susceptible de acoger yacimientos de petróleo y gas cuya extracción sea rentable. El siguiente paso sería realizar prospecciones petrolíferas, que serían sintomáticas de una mayor probabilidad de explotar comercialmente los depósitos. Nunca antes se habían planeado prospecciones tan cerca de nuestra isla. Para tomar decisiones sobre este tema habría que basarse en criterios de política y estrategia a largo plazo en vez de usar criterios técnicos.

Supongamos que existe una empresa privada que quiere explotar la reserva de hidrocarburos. Las arcas del Estado recibirían pingües beneficios que, bien administrados (modelo noruego), podrían mejorar nuestro bienestar social, aunque la experiencia de la última década nos puede hacer pensar que en España estaríamos más cerca del modelo de redistribución saudí. Al mismo tiempo, sin embargo, aumentaría el impacto negativo en nuestro medio ambiente a merced de la contaminación provocada por la operativa normal de prospección y extracción, además de la probabilidad de derrames producidos en el mar. Tecleen ´derrames petróleo Tarragona´ en internet y verán a qué me refiero.

Dejemos, no obstante, más espacio al optimismo: supongamos que la concesionaria de las prospecciones tiene una sensibilidad sin parangón hacia el medio ambiente, por un puro interés de supervivencia. Que tenemos estudios coste-beneficio de consultorías independientes que calculen, con sus modelos, el impacto negativo de los derrames, consideren las probabilidades de que ocurran y concluyan, en base a diferentes escenarios, que este proyecto aporta valor social. Disfrutemos de escuchar conceptos como ´aumento de la riqueza en las Pitiusas´, ´independencia energética´, ´puestos de trabajo´, ´riesgo mínimo´, ´medidas punteras para la contención de vertidos´, ´diversificación de la economía´ y, mi favorita, ´los estudios independientes aseguran que€´ Concluyamos que sí, que no hay que frenar el progreso, que la economía está muy mal y que hay que aprovechar el maná para salir del atolladero.

La realidad, no obstante, es otra. En las Pitiusas tenemos en el turismo un modelo de negocio de éxito que cuenta todavía con muchísimo margen de mejora en términos de calidad entregada al turista o de promoción de nuestra marca, entre otros. Por otro lado, debido a nuestros niveles de formación y condición insular, nos sería muy difícil mantener nuestra riqueza si nuestra industria turística se viniese abajo. Por tanto, nuestra mejor estrategia pasa por mejorar el modelo actual; cualquier peligro al que se exponga nuestro producto va en contra del mejor plan de futuro del que disponemos.

Desde Madrid o Bruselas cuesta entender la condición diferencial de las Pitiusas. Les presento dos realidades para ilustrar este punto. Primero: una probabilidad de catástrofe medioambiental en 100 años del 1% puede ser razonable para explotaciones en sitios como el Mar del Norte, el Golfo de México o la costa oeste de Australia. Para nosotros, un 1% significa jugarnos a la ruleta rusa el pan que nos da de comer. Segundo: después del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de los escándalos de corrupción en el país, hemos visto que, como sociedad, no sabemos gestionar bien cuando nos cae maná del cielo, como sería el caso de encontrar petróleo. Para otros ejemplos de mala gestión de recursos naturales, busquen en internet ´mal holandés´.

Por todo ello, ahora es el momento para demostrarnos que a base de trabajo, sin atajos, y si el Estado nos permite reducir el déficit fiscal de las Pitiusas, podemos crear una economía sostenible sin fecha de expiración. Somos nosotros los que tenemos que tomar una decisión sobre qué hacer con el petróleo (en caso de que haya). Nosotros somos los responsables de trazar una estrategia para nuestro futuro, explicarla, luchar por ella, y desdeñar los proyectos que puedan destruirla. Encontrar las mayores reservas de crudo del Planeta podría servir a muchos países, pero nosotros ya sabemos que podemos ser ricos con el turismo. Lo pudimos demostrar en el pasado y se mantienen las mismas fortalezas de cara al futuro.

Los políticos ibicencos tienen su penúltima oportunidad para demostrar que pueden contribuir positivamente a la sociedad. Disponen de pocas competencias para sacarnos de la crisis, pero sí tienen la capacidad para decidir sobre nuestro territorio, declararse en rebeldía si no son escuchados y pensar más allá de una legislatura, ganándose nuestro reconocimiento. Como contribución personal, les propongo un plan para el caso de que se encontrase petróleo: dejar el proyecto en la recámara y pagar los costes y la penalización a la concesionaria. Si el Planeta sigue manteniendo los niveles de consumo de CO2 per cápita actuales, se prevé que para el 2100 el nivel del mar haya subido en 50 centímetros. No tengo respuesta sobre el efecto que tendría en nuestras islas, pero ante este riesgo sería de la opinión de guardar en el mar un plan B para las futuras generaciones.