Gina Campalans explica que poco a poco la asociación «se va convirtiendo en un centro de resolución de conflictos». «Ya no solo viene gente que ha perdido a un ser querido, sino algo en su camino», apunta.

Explica que hay una mujer que acude tras haber tenido un derrame cerebral hace unos años. «Se había perdido a sí misma, no se reconocía, y su psiquiatra le recomendó que viniera». También hubo otra que tenía un hijo en la cárcel y a quien su médico aconsejó acudir a la asociación: «Le dijo: ´´Tú estás atravesando un duelo porque no eres capaz de aceptar esa realidad´´».

Campalans recuerda otro caso «muy significativo», el de una mujer que «no había perdido a sus hijos físicamente», sino que «a raíz de una separación, de conflictos, sus hijos se fueron desligando de ella hasta el punto de no querer tener relación». «Vino también derivada por su psiquiatra. Cuando me contó su historia le dije: ´´Puedes venir, pero mira, piensa que el hijo de esta mujer murió hace seis meses, el de esta, hace ocho...´´, y le fui nombrando a personas con las que se iba a encontrar y que sí que no volverían a ver a sus hijos. Le hice ver que ella siempre tenía un camino de vuelta, que podía cambiar su manera de actuar para recuperar a sus hijos. Y de hecho, unos meses después los recuperó y ahora tienen una relación preciosa», relata Campalans.