Se aproxima la hora de comer y los establecimientos de comida para llevar se llenan tanto de turistas como de ibicencos. La oferta va desde diminutas croquetas de pescado hasta enormes pollos al ast. No todo el mundo se lleva la comida a casa o a la playa, los hay que quieren degustarla en los locales, aunque son los menos.

Los trabajadores de estos establecimientos aseguran que durante el verano hay más clientes que se llevan la comida de excursión y así evitan cocinar en casa. Otros terminan de trabajar y el horario les imposibilita preparar algo para comer y para ganar tiempo prefieren comprarla recién hecha.

Nadia Roselló y su novio entran con estrés a uno de estos locales. Les falta tiempo para pedir lo que quieren porque la hora se les echa encima, ya que Nadia tiene que volver al trabajo en apenas 30 minutos y no puede perder ni un segundo. «Quiero unas berenjenas rellenas, una Coca-cola y un helado», pide desesperada esta joven. «Si no existieran lugares de este tipo, no comería», comenta.

A Leonor Pons le ocurre igual que a Nadia. Empieza a trabajar en tan solo cuarenta minutos y coger la comida recién hecha para llevársela a casa es una muy buena opción. «He comprado carne rebozada, patatas y ensaladilla. Te lo dan cocinado y el precio no es muy caro», añade.

«Te toca», le dice una de las trabajadoras del local a Jordi Álvarez, que explica que viene cada dos por tres a por su comida. «Cati, quiero el menú del día», le pide. «Ya lo sabía», responde ella. Jordi destaca que el menú sale más a cuenta y alimenta lo suficiente como para coger energías y trabajar con más ganas.

Uno detrás de otro

La fila se mueve poco a poco. Para entretener la espera, los clientes no paran de mirar los productos que hay expuestos en las bandejas. Pollo, ensaladilla, ensalada, patatas fritas, nuggets, pizza, helados... Una gran variedad.

En la cola, mirando el reloj constantemente, está Nino Álvarez. «¡Siguiente!», grita una de las dependientas. «¡Yo!», responde. «Quiero un platito de garbanzos, dos croquetas de carne y un poquito de ensaladilla rusa», pide con entusiasmo. Comenta que estos lugares son excelentes porque te permiten tener la comida de manera rápida y, además, asegura está «riquísima».

En las bolsas cargadas de alimentos, Conchi Benegas y Juan Antonio Sánchez llevan trozos de carne rebozada, ensaladilla rusa y una barra de pan para llevárselo a la playa y saborearlo de manera relajada junto a la orilla del mar. «Preferimos comprar la comida porque el precio no es caro y así no pierdo tiempo cocinando en casa», afirman.

Desde Italia hasta el restaurante de comida para llevar. Así se podría titular el primer capítulo del viaje a Ibiza de los italianos Dario y Antonio. Estos prefieren quedarse a comer en las mesas de uno de los restaurantes, el pollo rebozado y las patatas fritas porque «está limpio y lo que hacen está bueno». Añaden que desde que aterrizaron en la isla solamente pensaban ir a locales de comida rápida porque la economía no les daba para gastar mucho en restaurantes durante estas vacaciones. Buscando uno de esos sitios, encontraron este local y por los rostros que presentan, no parecen arrepentirse.

Comiendo allí mismo, pero con los platos completamente vacíos, está el de Puerto Rico, Gerardo Ulloa. Prefiere llegar ya alimentado a su casa y así poder descansar en el sofá nada más abra la puerta. «Los alimentos son excelentes y también están bien de precio», afirma sonriente. Ha comido un trozo de pollo rebozado y cuatro croquetas de pescado.

En la última mesa del local, debajo del agradable chorro de aire acondicionado, se encuentran la ibicenca Carol Arcos y su sobrino. Con los platos aún llenos de abundante comida, cuenta que el buen precio y los guisos tan ricos que sirven hacen que siempre que puede venga a este establecimiento. Ella ha pedido unas fajitas con arroz blanco y su sobrino la carne rebozada con patatas fritas.