´Yo solo me siento a la mesa de un político si paga él´. Esta frase, pronunciada por Groucho Marx, puede tener su validez para los clubes de baloncesto de las Pitiusas. El PDV ha estado diez temporadas en la élite, el Tanit cuatro y Sa Graduada cinco. Durante ese tiempo han estado ´comiendo´ con las instituciones suculentos manjares que les han servido para llenar su propio buche en ese momento. Con la barriga llena, las miras no dan para pensar que en un futuro puede llegar el hambre. Las directivas han dilapidado cantidades ingentes de dinero procedentes en su mayoría de los distintos organismos de Balears, con fichajes de profesionales foráneos, que ayudaron bien poco a que la formación creciera junto a ellos. Tan solo un año (2008-2009) el PDV obligó a todas sus jugadoras a asistir a todos los colegios de Santa Eulària para promocionar el baloncesto. Antes y después también hubo esa promoción, pero fue mínima (con un entrenador y una jugadora o con tan solo un entrenador). El debate surge cuando se piensa si esa política de gastar dinero con jugadores y técnicos de fuera es la correcta. En cierta medida sí porque son ellos los que tienen que dar el salto de calidad a las plantillas, pero también están para ayudar a la base y que sean el reflejo de lo que esos pequeños quieren llegar a ser. Ahí se pinchó en piedra. Los clubes se escudan ahora (no sin razón) en que en la última temporada las instituciones les prometieron un dinero que, de momento, no ha llegado, pero no se atreven a mirar más atrás porque saben que ahí sí lo han hecho mal. Ahí es donde deberían hacer un examen de conciencia y ver cómo se han dirigido sus clubes. Ahora, el político ha dejado de pagar y ya no hay mesa en la que sentarse. Qué pena.