Por edad, deberían ser solo infantes con el sueño en la cabeza de heredar, pasado mañana, el trono del voleibol español. Por calidad, tienen suficiente artillería en las palmas de sus manos como para proclamarse reyes de este deporte en España hoy mismo. El ejército del CyL Palencia 2012, equipo formado por la selección española júnior, tomó ayer al asedio Es Viver, un castillo teóricamente inexpugnable, para proclamarse campeón de la Copa Príncipe.

La infantería castellana endosó a la guarnición del Pachá Ibiza Voley un 3-0 en hora y media de partido. Encajar un resultado así en la final de un torneo de tanto prestigio peleando en casa debería ser un doloroso golpe moral. Ayer, no fue así. El juego de los ibicencos fue imperial. Sin embargo, el gen ganador de Toni Gino hizo que el argentino se desesperase cada vez que las espadas de esos caballeros vestidos de amarillo a los que entrena chocaban contra el férreo escudo de manos jóvenes, altas y firmes que plantaron los castellanoleoneses en la red.

La batalla dio comienzo a mediodía con el pabellón ibicenco lleno hasta los topes. Mil personas abarrotaron el recinto, número redondo para una afición que tuvo un comportamiento ejemplar y que quedó maravillada con el nivel de voley que se alcanzó en la cancha. El primer set comenzó igualado. Punto palentino, punto ibicenco: así se movía el marcador como un balancín en un parque infantil, congelado en un tiempo muerto en un 19-17 que alentaba la esperanza local.

Bloqueos triples, pesadilla local

Quizás porque dejaron de jugar en el columpio hace poco, los castellanos administraron mejor el balanceo del electrónico para abrir brecha con una demostración defensiva sin igual. Aparecieron los primeros bloqueos triples para remontar el parcial, una defensa a férrea que desesperaba a Edmond Solanas y André Leoncio, Nugget, incapaces de desencasquillar sus brazos, catapultas otras veces.

Palencia jugaba con la cabeza, Eivissa, con la pasión. Solo así los ibicencos pudieron estirar el chicle hasta el 23-24. Pepe Cardenache aseguró el servicio, pero falló en la recepción cuando el Pachá estaba entre la espada y la pared (23-25).

La herida se hizo más grande en el segundo acto. El Club Voleibol Eivissa sangraba por culpa de los automatismos de unos júniors con cuajo de veteranos. El capitán e internacional absoluto Andrés Villena castigó desde el saque, Ángel Trinidad compró todos los números de la rifa del ´MVP´ y los dos metros de Fornés y Vigil se convirtieron en torres de asedio dispuestas a arriar la señera ibicenca de las gradas de Es Viver y a llevarse el cáliz de la Copa Príncipe.

diferencias fueron constantes en el parcial para los alumnos del metódico Ricardo Maldonado: 4-7. 7-12, 10-16... Los amarillos se agarraban a la furia de Jesús Ariño. El colocador aragonés ha destapado el tarro de las esencias durante la Copa: su aportación puede complementar a la perfección el juego del ibicenco Christian López en el play-off de ascenso que se avecina. La furia del turolense, unida los manotazos de Saulo Costa y Arthur Borges, no fue suficiente para evitar que los palentinos treparan por los muros de Es Viver (20-25).

Con la sensación de la derrota soplándoles en el cogote, el Pachá peleó con ahínco para salvaguardar su patio de armas. Fueron los mejores momentos locales. Solanas despertó y se sacó un par de latigazos en forma de saques, mientras Pau Llach y Mariano Esteban se afanaban por conseguir que las recepciones en defensa dejasen balones mullidos para que el colocador tuviera tiempo de servir buenas asistencias.

Las buenas intenciones les permitieron no claudicar con un 17-22 que parecía definitivo, pero el bloqueo de los júniors de oro fue un salvavidas. La Copa tenía dueño, pero reservaba la gloria para un subcampeón excepcional.