­Francisco Colomar Martín (Sant Antoni, 1989) se fue el pasado verano a hacer las Américas en la Universidad de Kansas. Regresó a España un año después para ser segundo en los 400 vallas del Campeonato de España promesa el pasado domingo. Este licenciado en Arquitectura y estudiante de Ciencias Físicas tiene un objetivo: sacar ‘matrícula de honor’ en el próximo Europeo sub’23, que se disputará en Ostrava (República Checa).

—¿Esperaba un resultado tan bueno a su regreso a España?

—Es verdad que tenía uno de los mejores tiempos, pero había mucha competencia. Estábamos cinco o seis atletas corriendo en 52 segundos y poco. En Andújar, entre el calor y el viento, había que saber correr cuando toca: en la final. Ahí me encontré bien y fui segundo.

—Este año ha crecido como atleta en Estados Unidos, ¿le beneficiaba su preparación en el Nacional?

—Empecé a competir el 20 de marzo. En Estados Unidos es lo normal, pero en Europa es muy pronto. Aquí se comienza a finales de abril. Mi temporada es mucho más larga, por eso la programé con mi entrenador para tener dos picos de forma: uno al acabar el curso en América y otro durante el verano europeo.

—Tiene por delante el Europeo sub’23 y el Campeonato de España absoluto. ¿Qué reto es más importante?

—El Europeo sub’23. Hace cuatro años me quedé a seis centésimas de la mínima; hace tres me quedé a dos; hace dos, a una. Es el primero al que puedo ir y me hace mucha ilusión. En el ranking continental estoy sobre el puesto 50, pero me gustaría llegar a semifinales, donde solo pasan los 24 mejores. Mi reto es batir mi marca personal (52’’27).

—Supongo que tampoco le haría ascos a una medalla en el Nacional. El año pasado quedó cuarto...

—El año pasado me quedé en 'medalla de chocolate'. Todavía me queda un mes para encontrar el pico de forma, si llego bien al Absoluto puedo dar un susto a los favoritos.

—¿Cuál es su agenda de competiciones para el verano?

—Me quedaré en Ibiza entrenando las próximas dos semanas. No haré ningún mitin antes del Europeo (14 al 17 de julio) y luego me centraré en el Nacional (6 y 7 de agosto). Ahí cerraré la temporada. Luego volveré a la isla y estaré hasta el 20 de agosto. Después, tengo que regresar a Estados Unidos para empezar la próxima campaña. A finales de diciembre, ya estaré compitiendo en pista cubierta.

—¿Con qué se queda de su primer año allí?

—A nivel deportivo me quedo con el soporte que dan las instituciones y la sociedad al atletismo. Allí, en un control universitario en pista cubierta ya había 700 personas viendo la competición. La última carrera que hice fue en el Campeonato Universitario de la Costa Oeste y había 12.000 espectadores. Es algo común que las familias a las que les gusta el atletismo se acerquen a ver las pruebas universitarias, donde hay mucho nivel. Por eso, quedar entre los tres primeros en los trials significa muchas veces conseguir una medalla en el Mundial o en los Juegos Olímpicos.

—¿Es el lugar donde se ha sentido más reconocido practicando atletismo?

—Sí. Te pasas un año entero entrenando duro para correr los 400 vallas en menos de un minuto y que la grada te dé aliento, lo hace todo.