La entrada a la Cova des Regals engaña. Lleva hasta ella una escalinata hacia la cima y el acceso es una construcción de piedra en la que aún se mantiene el oxidado marco de una puerta hoy inexistente. Da la impresión de que uno se adentra en un simple almacén, un barracón. Pero en el interior se contempla, de repente, un balcón con dos enormes columnas y las formaciones características, los espeleotomas, con los que el paso del agua y los depósitos minerales moldean las grutas. Es una cueva profunda, de diez metros, y con una gran galería inferior habitada por murciélagos. De hecho, la puerta del falso cobertizo fue extraída, al parecer, porque quienes tuvieron la brillante idea de cerrar la caverna como si fuera un local no pensaron que las cuevas están vivas y que son guarida de animales que necesitarán entrar y salir de ellas.

Es ésta una cueva que ha sufrido mucho la falta de sensibilidad ciudadana con el patrimonio geológico de las islas. Para empezar se encuentra junto a la cantera de Santa Bárbara, en el Puig des Guixar, y las vibraciones de tal actividad ponen en serio riesgo la conservación de la caverna entera. Por otra parte, su fácil acceso y el hecho de que sea bastante conocida, la han expuesto en exceso a las visitas no deseadas, aquellas que dejan su basura en cualquier parte y que no dudan en llevarse alguna estalactita de recuerdo; incluso en el interior de la gruta, no es raro encontrar latas vacías y cigarrillos. En realidad, parece ser que la entrada se cerró con muros de piedra y una puerta precisamente por el escaso respeto que los excursionistas mostraban hacia el lugar, pero, al hacerlo, se puso en riesgo la población de quirópteros, un orden mamífero que, en las Pitiusas, se ha visto constantemente amenazado por la destrucción y modificación de las cuevas y cavernas en las que habitan sus comunidades.

La Cova des Regals, y según demuestran los restos de recortes metálicos que se han hallado en su interior, fue usada por los falsificadores de moneda del siglo XIX para fabricar imitaciones de ‘cinquena’, una moneda local de cobre que fue muy falsificada, sobre todo hacia el año 1818; más de 200 personas fueron acusadas por falsificación, desde 1808 (año de la invasión napoleónica y en el que se autorizó, de nuevo, la fabricación de moneda propia) a 1818. Lo cierto es que muchos falsificadores solían ocultarse en cuevas para cortar las planchas de cobre, y similares recortes hallados en sa Cova des Regals han sido también encontrados en es Culleram.

Respecto a la morfología de esta gruta de dos salas a diferente nivel, en un estudio sobre espeleología pitiusa (Estudis breus, 2) que el Institut d'Estudis Eivissencs publicó en el año 1983, se destaca «la complicación topográfica de la cueva» y el hecho de que «está estructurada a favor de una junta de estratificación», en referencia a la discontinuidad, la separación de dos estratos distintos, dos capas geológicas sedimentarias. En el texto, de Miquel Trias (del Speleo Club Mallorca), se señala que «presenta una estructura que no puede asociarse a una circulación hídrica muy importante, ni tan siquiera teniendo en cuenta su aspecto 'senil', fruto de una evolución que hubiese podido disfrazar los primitivos conductos: aquí no hay la típica estructura lineal de galerías subhorizontales sobre las discontinuidades, ni los pozos verticales formados bajo el control gravitacional».

La primera referencia que se tiene sobre las exploraciones de esta caverna es del año 1917, cuando fue visitada por el francés Henri Breuil, un hombre influyente en el área arqueológica y un pionero en el estudio del arte paleolítico de las cavernas, quien descubrió muchas de las pinturas prehistóricas que existen en cuevas de diversos lugares de España; el mismo que descubrió la cueva de Combarelles, al suroeste de Francia, Patrimonio de la Humanidad y con número de visitantes limitado. Fue Henri Breuil, también, quien, el mismo año 1917, descubrió las pinturas de la Edad de Bronce de la cueva de ses Fontanelles, en Sant Antoni.