Sebastián Palomo Linares (Jaén, Linares, 1947), más conocido por su trayectoria como torero que por su carrera como pintor, presentó ayer por la noche su última exposición, ´Existir´, en el vestíbulo del hotel Ushuaïa The Tower, que se podrá visitar hasta el 1 de septiembre en cualquier horario.

La exhibición, compuesta por 14 cuadros, que recuerdan un poco a la cultura asiática, muestra figuras abstractas que rebosan movimiento a través de la fusión de colores vivos con plata y oro.

El jienense suma más de 50 exposiciones individuales, nacionales e internacionales, en las que va innovando y creando nuevas figuras. Su nueva obra difiere en cierta medida de sus anteriores trabajos, en los que solía predominar la luz.

-Ayer presentó su última exposición, ´Existir´. ¿Qué tipo de pinturas se van a poder ver en ella? ¿Por qué la ha titulado así?

-Todo lo que sea creación es existir. Una vez estaba pensando en la reflexión del existir y me dije: ´tengo que presentar una cosa distinta´. Estaba con un amigo que me dijo que si lo que estaba haciendo tenía mucho éxito que no hiciera cosas distintas, pero yo tenía que seguir existiendo y quise llamar a mi siguiente exposición así. Se trata de una obra totalmente nueva, es la primera vez que la expongo, en la que se pueden encontrar matices de la continuación de mis anteriores trabajos.

-¿Qué destaca sobre la composición de los 14 cuadros que ha elegido para la muestra?

-Toda la obra está hecha sobre madera y hay varias formas de pintura, especialmente acrílico y aceites.

Existe la magia de mezclar diferentes texturas que crea una pintura completamente definida pero que es muy difícil de definir. Todo tiene una explicación, pero lo más importante es que el significado lo vaya descubriendo el que mira.

-En otras ocasiones ha usado otro tipo de materiales como hierro, madera... ¿Podría decirse que mezcla pintura y escultura?

-Sí, así es. Fue para una colección que se titulaba ´Las cuatro materias´, que hice sobre madera, sobre hierro, sobre goma y por supuesto, sobre pintura. Es una colección que expuse en Madrid y llevaba figuras de toros, caballos, paisajes, una especie de escultura que más bien era arquitectura.

-¿Ha ido variando su estilo a lo largo de los años?

-No es que haya cambiado mi estilo de una colección a otra, es que me gusta ir descubriendo, encontrando cosas nuevas y sacar el mayor partido a la creación.

-Empezó a pintar antes que a torear. ¿Cómo desarrolló esa pasión por la pintura?

-No lo sé, como por el toreo, exactamente igual. Desde que tengo uso de razón siempre quise pintar y siempre quise torear. No tenía ningún miembro de la familia que se dedicara al arte. Mi padre era un minero, y ahí no había ni pintura ni toreo. Yo creo que mi madre me trajo al mundo así. Siempre pintaba en las calles, pero con tizas y carbones, creo que era grafitero pero de aceras.

-¿Cuando empezó a torear tenía tiempo para pintar o tuvo que dejarlo aparcado?

-Era muy complicado, porque me gustaban tanto el toreo como la pintura, pero el toro no podía esperar, y la pintura sí. Afortunadamente tomé una buena decisión. Le dedicaba mucho más tiempo a la profesión de torero porque sabía que cuando le dedicara un poco menos al toro, que llegaría, tendría tiempo para dedicárselo a la pintura. Nunca sin dejarlo, por supuesto. Iba trabajando, iba haciendo mis exposiciones de forma esporádica pero no lo dejé. Llevo pintando 49 años, la primera exposición la hice en 1967 en Bogotá, Colombia, luego hice más en América, como en Nueva York, y también en España.

-Ha pintado cuadros con figuras de toros y caballos. Supongo que es inevitable que su vida como torero se vea reflejada en sus pinturas.

-La verdad que en todas mis pinturas hay rasgos de luz, excepto en estas pinturas, que son totalmente distintas. Pero en muchas etapas mías, no es que exista el toro, es que existe otra forma de ver la luz y de buscar las claridades. Esta busca un poco más la sinfonía.

-Volviendo a su trayectoria como torero, ¿qué opina acerca de los movimientos antitaurinos?

-Desgraciadamente creo que se le está dando una importancia absurda y ridícula cuando está todo muy dirigido y orquestado. Lo peor es que también lo están apoyando algunas clases políticas y no tiene ninguna razón de ser, porque cuando se vive en un país libre no se puede estar en contra de las libertades de ejecución de una profesión.

El mundo del toro no resurgió ayer, es milenario. Es un animal que se cría para esto, como el cordero se cría para comérnoslo, y creo que nosotros intentamos darle humanismo al animal. No hay nadie que quiera más al toro que los que ejercemos esta profesión, porque los criamos. Además conservamos esta especie, que se extinguiría si no existiera la fiesta de los toros.

-Es obligado preguntarle por la isla. ¿Es la primera vez que la visita?

-No, ni mucho menos. Llevo muchos años viniendo a Ibiza. Incluso he toreado en varias ocasiones en la isla, no me acuerdo muy bien cuando, en los años 70 o en los 80.

-¿Qué es lo que más le gusta de Ibiza? ¿Ha notado mucho cambio desde la primera vez que vino hasta ahora?

-Me gusta toda la isla, Ibiza tiene unos colores y unos atardeceres especiales. Tú llegas aquí y te sientes muy libre, parece que te liberas de muchos prejuicios. Noto mucho cambio desde la primera vez que vine hasta ahora pero en mi opinión ha sido a mejor. Creo que lo que se ha conseguido con la isla es que sea un paraíso, no solo para los que estamos cerca sino que sea reconocida mundialmente.