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Tragedia en Nules

Los expertos sospechan de exceso de confianza en el caso de la muerte del joven atacado por su perro en Castellón

El joven de 26 años muerto por el ataque de su propio can lo crió desde cachorro, aunque para los adiestradores eso no es garantía de seguridad completa: necesitan una disciplina

Una sesión de adiestramiento de perros con sus propietarios. ADIESTRADORES CASTELLÓN

¿Qué tiene que pasar para que un perro ataque a su dueño hasta provocarle la muerte? No hay una única respuesta, pero gran parte de los sucesos graves por agresiones de canes tienen el mismo origen, según apuntan los expertos en adiestramiento canino: "Un exceso de confianza".

Creer que un animal al que se ha criado desde cachorro nunca puede hacerte daño. Cabe la posibilidad de que eso pudiera suceder al joven de 26 años fallecido en Nules. Es probable que no la temiera, que estuviera convencido de que nunca le infligiría daño alguno. Era su perra. Su cachorro. Y ahí está el matiz. La palabra "nunca", según el adiestrador de Castelló José Carlos Soler, "no existe" cuando "de seres vivos, y no de robots", estamos hablando.

Las especulaciones en este tipo de casos carecen de utilidad porque, hasta que una autopsia no determine las causas de la muerte -y aún así-, es difícil saber qué sucedió en el interior del piso entre la perra y la víctima como para llevar al animal a morder de una forma tan letal a su dueño. Pero Soler insiste: "Hay gente que no acaba de ser consciente de que el ataque de un perro es un ilícito penal y, por lo tanto, debemos saber qué tenemos en casa".

Sin entrar al fondo del suceso de Nules, por la falta de información, defiende que no hace falta que medie un maltrato o un mal adiestramiento. La ausencia del mismo ya puede ser un riesgo para determinado tipo de canes con un peso y una cierta fuerza en la mordedura como la de un pitbull.

Cariño con disciplina

A un perro hay que tratarlo bien y darle cariño, pero Soler remarca que "no hay que humanizarlos, porque son animales". Soler asegura que "nadie puede afirmar que su perro no vaya a morderle nunca, porque puede suceder en circunstancias muy concretas" y por eso, en especial con los de raza peligrosa, hay que conocer muy bien su comportamiento para reaccionar.

Su experiencia le ha demostrado que los propietarios "se dan cuenta tarde del peligro que supone tener a estas razas, o cualquier otra, sin una disciplina adecuada". Y cuando se suele pedir ayuda, "ya tienen un problema que, en algunos casos, tiene un difícil y costoso arreglo, en tiempo y dinero". El exceso de confianza que supone creer que solo tratándolo bien es suficiente supone asumir un riesgo que, a veces, por suerte las menos, puede ser fatal.

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