CIENCIA

El fenómeno Starmus o cómo convertir a los mejores científicos del mundo en estrellas de rock

El estadio Tipos Arena recibe a miles de personas que ovacionan con fervor a quienes divulgan la ciencia detrás del cambio climático, la exploración espacial o el cerebro

La primatóloga Jane Goodall durante las conferencias de la séptima edición de Starmus.

La primatóloga Jane Goodall durante las conferencias de la séptima edición de Starmus. / / MAX ALEXANDER - STARMUS

Verónica Pavés

Miles de personas peregrinan pasado el mediodía al gran recinto del Tipos Arena, a las afueras de la capital eslovaca de Bratislava. El paseo lleva dos días siendo una cita ineludible para los residentes en la zona y lo seguirá siendo al menos hasta el viernes. El auditorio acostumbrado a acoger conciertos de todo tipo de música, recibe ahora miles de fervientes entusiastas del conocimiento científico. Un cambio notable de público impulsado por el fenómeno Starmus, que ha inundado la ciudad con actividades científicas de todo tipo con el propósito de elevar la ciencia hasta la misma cima que el rock. 

El recinto, otrora utilizado para partidos de hockey sobre hielo, podría acoger a más de 10.000 personas, y aunque Starmus está lejos de conseguir esa cifra, es posible contar al menos 2.000 personas de distintas edades repartidas por todo el estadio. Cada día, una explosión de color y música da la bienvenida a los asistentes. Durante las jornadas, el escenario principal, acompañado de una gran pantalla que proyecta imagen en directo, invita a reflexionar a los asistentes con los perfiles de la ciencia más famosos del planeta, como Charlie Duke, uno de los astronautas que llegó a la Luna con Apolo XVII o la primatóloga, Jane Goodall.

Ambos avalados por las inigualables experiencias que han vivido a sus espaldas, son recibidos al lugar con una eterna ovación del público, que se levanta y aplaude hasta que los científicos llegan al estrado como si de unas viejas glorias del rock se tratara. 

En 30 minutos Goodall trata de inculcar "esperanza" al público de cara al debate sobre el futuro de la Tierra en un contexto de cambio climático; Duke hace lo propio, pero sobre las próximas misiones espaciales a la Luna. Dos retos tecnológicos y sociales que ponen en primera plana la necesidad de escuchar a la ciencia para poder tomar buenas decisiones

Tras dar la bienvenida al público con gruñidos de primate, Goodall abrió este lunes una sesión centrada en el cambio climático y los retos que tiene por delante la humanidad. La primatóloga insistió en que "aún hay tiempo para actuar", pero que el deshielo, la subida del nivel del mar, las tormentas o las graves inundaciones que están sufriendo algunos lugares del mundo "dan mucho miedo".

Al final del día, un total de siete investigadores de distintos campos compartieron su punto de vista sobre cómo afrontar el reto del calentamiento global. La meteoróloga estadounidense Katherine Hayhoe hizo hincapié en la falta de sensibilización de la población con respecto al cambio climático. Y es que tal como describió, "aunque hay mucha gente preocupada en el mundo por el cambio climático" (al menos el 60% de la población mundial), no se ha conseguido que los alarmantes datos científicos se reflejen en la acción de la población. A su juicio esto ha pasado porque "no hemos conectado la mente con los corazones de las personas". 

Por su parte, la geóloga marina y paleoclimatóloga estadounidense Maureen Raymo por su parte, insistió en que la pelota no está tanto en la población como sí lo está sobre los gobiernos. "Se deben comprometer a la acción climática, nos estamos quedando sin tiempo", remarcó. Pero no por ello desestimó el poder de la población a los que alentó a "alzar la voz" ante las injusticias que surgen de la inequidad climática y a votar. "Votar es nuestro mayor poder, debemos utilizarlo", concluyó. 

Este martes Starmus cambió su perspectiva, afrontando los retos que se encuentran más allá de nuestro planeta. En el espacio exterior. Charlie Duke, el décimo hombre en pisar la Luna, fue recibido en el estadio entre aplausos de los asistentes. Entre agradecimientos por tener la oportunidad de volver a Starmus, Duke ha insistido en la necesidad de que "el hombre vuelva a la Luna". El exastronauta reconoció que el reto tecnológico para hacerlo de nuevo es "mayúsculo". No en vano, misiones como Apolo – en la que él estuvo presente– requirieron mucho tiempo de preparación antes de que una persona pudiera poner los pies en el satélite terrestre. 

Más de 50 años después de llevar el último Apolo a la Luna, la misión Artemisa de la NASA, que dio comienzo en 2017, quiere tomar las riendas de la exploración del satélite. "Esta vez quieren llegar al hemisferio sur, lo que supone un reto mucho mayor", indicó Duke, que aprovechó su intervención para mostrar las diferencias entre esta misión y la de Apolo y para contar algunas anécdotas sobre su viaje a la Luna. 

Durante la sesión también hubo tiempo para entender el espacio desde una perspectiva artística y filosófica de la mano de dos premios Nobel: el físico Kip Thorne y el neurocientífico Edvard Moser. "¿Qué es realmente el espacio que nos rodea?", se preguntó Moser, haciendo alusión a la misma pregunta que a principios del siglo XVIII trataron de resolver filósofos como David Hume, John Locke o Immanuel Kant. 

Una pregunta y un problema que fue el primero que la ciencia quiso resolver para entender el funcionamiento del cerebro. "Es importante entender el espacio para saber cómo hemos sobrevivido", insistió. El científico mostró que lo que a priori puede resultar un complejo rompecabezas, se puede entender gracias a la ciencia. Así, mediante diversos estudios en ratones, se ha constatado el importante papel que juega el hipocampo para orientar a los mamíferos en el espacio. 

Kip Thorne, por su parte, acompañado de la artista Lia Halloran, hizo suyo el propósito de Starmus: aunar el arte con la ciencia. A través de una elegante consecución de dibujos de tinta azul sobre fondo blanco, fruto de un trabajo aún más extenso de la pintora americana, ambos presentaron el libro 'The warped side of our universe', en el que tratan de "comunicar la esencia del cosmos de una forma poética" y mediante esta serie de pictogramas sobre agujeros negros y ondas gravitacionales. 

Este miércoles, Starmus celebrará su primera entrega de las medallas Stephen Hawking a la comunicación científica. Una cita en la que se espera que los promotores del evento den a conocer el emplazamiento elegido para la próxima edición de Starmus. Canarias se encuentra entre los candidatos, aunque la falta de concreción del Gobierno autonómico podría causar que el evento se acabara celebrando en Indonesia, Bilbao o Rumanía. 

Suscríbete para seguir leyendo