El vuelo 558 de la Aerolínea Alaska que el pasado 25 de agosto volaba de Seattle (Washington) rumbo a San Diego (sur de California) no será olvidado jamás por sus 176 pasajeros y seis miembros de la tripulación.

Según han explicado algunos de los viajeros a la prensa y televisión local, pocos minutos después del despegue se oyó un ruido muy fuerte y el avión comenzó a vibrar. Los pasajeros que estaban sentados en los asientos al lado de las ventanillas vieron, sorprendidos, cómo empezaban a desprenderse partes del avión, incluida la carcasa de metal que recubre uno de los motores.

Ante esta situación el vuelo de Alsaka regresó al aeropuerto de Seattle, donde consiguió aterrizar sin muchas complicaciones, y los pasajeros fueron ubicados en otros vuelos.

La compañía emitió un breve comunicado en el que no citaba las partes desprendidas del avión, aunque sí la vibración inusual que sintieron los viajeros, resaltando la profesionalidad de los pilotos en una circunstancia como esta.