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Conservatorio

Homenaje a dos bailarinas que dejaron huella en Ibiza

El Conservatorio de Ibiza y Formentera recordará mañana las figuras de dos destacadas bailarinas muy vinculadas a la isla, Ilenia Vilar y Cristina Cardona, con un acto de homenaje que se llevará a cabo en el auditorio del centro a partir de las 18 horas

Ensayo en el auditorio del Conservatorio de uno de los números del acto de homenaje a Ilenia Vilar y Cristina Cardona

Las dos aulas de baile del Conservatorio Profesional de Música y Danza de Ibiza y Formentera ‘Catalina Bufí’ (Ceif) llevarán a partir de mañana el nombre de Ilenia Vilar y Cristina Cardona Tur para agradecerles su legado. No será el único homenaje que ese día el centro rinda a estas destacadas figuras del ballet en la isla. A las 18 horas en su auditorio tendrá lugar un emotivo acto al que acudirán invitados amigos y familia de estas dos bailarinas ya fallecidas. Actuarán para la ocasión las alumnas de cuarto de Enseñanzas Elementales de Danza y las de Primero de Enseñanzas Profesionales de Danza Clásica, especialidad implantada este curso en el Conservatorio.

La propuesta de dedicar un aula a Cristina Cardona fue del Ayuntamiento de Sant Josep y la de hacer un homenaje a Ilenia Vilar partió de las profesoras de ballet del Departamento de Danza del centro, Emmanuela Torres y Mabel Ribas, que es también la jefa de estudios de esta materia. Ambas fueron alumnas de Ilenia Vilar en el Centro Internacional de Danza, en Ibiza, y conocieron a Cristina Cardona, que también fue a clase con esta madrileña afincada en Ibiza desde 1983.

La bailarina Ilenia Vilar.

La bailarina Ilenia Vilar. Centro de Danza

«Ilenia Vilar fue la primera que puso la danza en Ibiza a un nivel muy alto, tuvimos mucha suerte de que creara su academia en la isla. Era una profesional muy buena que había aprendido con los mejores. Fue alumna destacada de María de Ávila y solista del Ballet Lírico Nacional, lo que en la actualidad es la Compañía Nacional de Danza», explica Ribas. Una lesión en una pierna le impidió seguir bailando profesionalmente y en 1983 se trasladó a Ibiza para vivir en la casa de Sant Antoni donde su familia veraneaba (era hija del reputado cirujano plástico Vilar-Sancho). En la isla la bailarina fundó el Centro Internacional de Danza, como explica la que es ahora su directora, Marisol Roig-Francolí, que fue también su alumna.

«Ilenia era un prodigio como bailarina. Tenía unas extensiones de piernas admirables y una fuerza increíbe en los pies», asegura Mabel Ribas. En los mismos términos se expresa Roig-Francolí: «Como profesional era una bestia, tenía todas las condiciones del mundo. La potencia de sus piernas era tan grande que quedó finalista en la audición de Mudra, una compañía dirigida por Maurice Béjart en la que entraban muy pocas chicas».

La bailarina ibicenca Cristina Cardona. Centro de Danza

Fuerza y elegancia

Ribas recuerda que como profesora «era estricta». Roig -Francolí destaca que «era muy divertida, sociable y con ese punto de locura que caracteriza a los artistas».

El vínculo de Vilar también fue muy estrecho con Emmanuela Torres, que estuvo muy pendiente de la bailarina cuando ésta enfermó de cáncer. Falleció en 1990 y pidió ser enterrada en el cementerio de Sant Agustí. Tenía algo más de treinta años. «Fue una tragedia, como la muerte de Cristina Cardona, que falleció de la misma enfermedad en mayo de 2005», recuerda emocionada Ribas. La jefa de estudios de Danza del Ceif destaca la alegría que transmitía Cardona, siempre con una sonrisa en la cara. «Cristina era una persona muy querida que amaba la danza», comenta. Roig -Francolí, que tuvo a la bailarina ibicenca de alumna, habla de «su elegancia y delicadeza» al danzar.

Ribas se quedó impresionada por «la gran presencia escénica» que tenía Cardona cuando la vio bailar en una actuación de las ‘Nits d’Estiu’ del Consell de Ibiza. No fue a la única que conquistó. Aquella noche la directora de una compañía alemana se fijó en ella y le ofreció una audición para bailar como solista en la Thüringer Landestheater de Eisenach. Estuvo allí siete años, hasta que, al enfermar de cáncer, tuvo que volver a Ibiza en 2001. Murió cuatro años después, con tan solo 27 años.

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