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Tribuna

‘Ku’, Javier Iturrioz y los pioneros de lo imposible

Javier Iturrioz junto a su pareja, Elena Tablada. ARCHIVO ELENA TABLADA

Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible», dijo una vez Charles Maurice Talleyrand, el primer ministro francés que sustituyó al poderoso Fouché en el siglo XIX. Su cita acabaría trascendiendo más que él y hoy, en cierta manera, podemos rebatirla afirmando que en Ibiza esta regla se incumple, ya que, gracias a algunos pioneros, hemos visto materializar un buen número de imposibles. Uno de estos innovadores fue Javier Iturrioz (Álava, 1943), fallecido el lunes en Madrid y que merece todo el reconocimiento, la admiración y el tributo de quienes nos dedicamos al mágico e ilusionante mundo de la noche.

Iturrioz desembarcó en Ibiza en 1978, acompañado de sus dos socios, también vascos: José Luis Anabitarte ‘Gorri’ y José Antonio Santamaría, ex futbolista de la Real Sociedad. Juntos adquirieron la casa payesa que ejercía como sede social del Club San Rafael, una urbanización en una ladera desde la que se avistaba el puerto de Ibiza y las murallas, y la convirtieron a lo largo de toda la década de los 80 en la discoteca más atractiva, exitosa y de mayores dimensiones del mundo. La gran innovación de Javier Iturrioz y sus socios fue llevar la fiesta al exterior y, además, hacerlo a lo grande, creando un edén con terrazas, jardines, piscina y restaurante, donde todas las noches eran de ensueño. Si hubiera que elegir una sola marca que simbolizara lo que fue Ibiza en aquellos años tendría que ser ‘Ku’, donde se vivían las fiestas más apoteósicas y donde actuaban algunos de los artistas más afamados. Sin embargo, la más inverosímil conquista de Iturrioz, ‘Gorri’ y Santamaría fue lograr el abrazo de dos músicas que hasta entonces se habían considerado tan incompatibles como el agua y el aceite y que, quienes admiramos estas dos formas de entender el arte, vivimos como uno de los momentos más especiales de nuestras vidas. Un verdadero milagro, una sinfonía bajo el claro de luna de las noches profundas y eternas de Ibiza.

Me refiero a aquel mítico festival ‘Ibiza 92’, producido por Pino Sagliocco, donde el rock y la ópera se dieron la mano por primera vez en la historia. Tuvo lugar el 30 de mayo de 1987 y culminó con uno de los acontecimientos musicales más relevantes del siglo XX. La actuación conjunta de la soprano más grande que ha tenido nuestro país, Montserrat Caballé, y una de las figuras legendarias de la historia de la música contemporánea, el vocalista británico de origen hindú Freddie Mercury. Juntos cantaron al mundo desde Ibiza la canción ‘Barcelona’, compuesta por el propio Mercury, y la convirtieron en el himno oficial de los Juegos Olímpicos que se celebraron cinco años más tarde, cuando el cantante de Queen tristemente ya había fallecido. Aquel desgarrador grito de paz entre los hombres y un emblema de neutralidad como la propia Olimpia, donde los ejércitos enemigos dejaban a un lado el rencor para competir atléticamente, exhortaba a la humanidad a aferrarse a la música para vivir en armonía.

El concierto ‘Ibiza 92’, en el que también actuaron varios grupos de fama internacional, los de mayor éxito en aquel momento, fue retransmitido por todo el globo y se convirtió en el acontecimiento más importante desde el punto de vista artístico y cultural que nunca se haya celebrado en Ibiza. Buena parte del mérito hay que atribuírselo a Javier y a sus socios, que, con su iniciativa, visión y grandeza, pusieron a Ibiza en el mapamundi y la convirtieron en enclave de esplendor y generosidad. La marca ‘Ibiza’ se ha construido durante décadas con personas como ellos, amantes de la isla y su gente.

Aquel Sant Rafel de los 80 vivió años espléndidos bajo la bandera de ‘Ku’, acompañado de otros innovadores y emblemáticos locales. Ahí se encontraba también el restaurante Las Dos Lunas, que crearon primero como tienda de antigüedades Piero y Lidia Bianchi, a los cuales también debo todo mi reconocimiento y cariño. Esta familia aún sigue en la isla, ama lo nuestro como suyo y a menudo me acuerdo de su hijo Piero, uno de los primeros disc jockeys que se formaron en el Playboy. Y otros lugares, como el inolvidable restaurante de la familia Campalans, junto a la iglesia, y los pintorescos talleres de cerámica situados a la salida del pueblo, impulsadas por Kinoto, Carlos Icardi y Julio Bauzá, por los que desfilaba media isla, haciendo de Sant Rafel, además de Centro de Interés Artesanal, un pueblo bohemio donde confluían el arte, la moda y la fiesta. Entonces, todo era hedonismo.

El ‘Ku’ de Javier Iturrioz era un castillo de oro con fiestas clamorosas y populares, como aquellos insólitos 7 de julio, con chupinazo y suelta de vaquillas por sorpresa, entre fuegos, destellos y truenos. En Ibiza los sanfermines se corrían por las terrazas de una discoteca y la gente aparecía de blanco, con el pañuelo rojo alrededor del cuello. Cómo olvidar también a los Locomía, con sus abanicos y hombreras, el ‘People From Ibiza’ de Sandy Marton desde el escenario de ‘Ku’, Brasilio, su ‘Vaca Asesina’ y el ambientazo del Coco Loco… Cuando cerraba el puerto, con aquellos grandes yates que comenzaban a llegar atraídos por la vida nocturna de la isla, media Ibiza se replegaba en el ‘Ku’.

Tristemente, la sala de fiestas acabaría teniendo un lamentable final. La decisión política de insonorizar las discotecas de la isla, al principio de los 90, obligó a Javier y sus socios a afrontar una inversión ingente, por las dimensiones del establecimiento, que acabó sumiéndoles en la ruina y forzándoles a abandonar el local.

La sala de fiestas fue a parar a sus acreedores: José María Etxaniz, que posee un 55%, y Bahía de Sant Antoni, empresa vinculada a Suministros Ibiza y el grupo Fiesta, con el 45% restante. ‘Ku’ había muerto y nacía ‘Privilege’. Etxaniz era el empresario que construyó la estructura metálica que cubre la discoteca y en sus manos ha vivido años de gloria y éxito. Los últimos han sido irregulares, a causa de la crisis que azota a todo el sector del ocio nocturno por la competencia desleal que ejerce el diurno. Etxaniz, que sigue siendo el actual propietario, tiene ahora la última oportunidad para devolver a este mítico lugar su esplendor del pasado y recuperar la semilla plantada por esos tres vascos atrevidos y soñadores.

Iturrioz era el último que quedaba con vida. Santamaría murió en 1993 víctima de un atentado de ETA y ‘Gorri’, en 2014. Seguro que todas las músicas, por aparentemente dispares que puedan parecernos, vuelven a abrazarse donde hayan nacido para vivir eternamente de su pasado. Los tres fundadores del ‘Ku’, tras su fértil paso por Ibiza, protagonizarán para siempre un capítulo imprescindible en la memoria histórica de la isla. Los ibicencos os quedan eternamente agradecidos.

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