Hay unas 40.000 plazas de viviendas turísticas vacacionales, entre las 20.500 reguladas por la administración y con licencia de actividad y las que están en situación irregular, según Isidoro Escandell: «El peso del sector tiene una importancia capital para nuestra economía, es vital si se quieren mejorar los datos económicos de cara a futuras temporadas y sobre todo por la marcada estacionalidad». Porque el turista que se aloja en una vivienda turística «genera un gasto mayor que aquel que lo hace en un hotel convencional», afirma. Su gasto «impacta en la economía local de una manera directa» y su demanda «dinamiza la oferta complementaria, ya que en los últimos años han aumentado el número de pequeñas empresas para satisfacerla». De ahí que apueste por ampliar el cupo de plazas (20.500), pues así «se conseguiría regularizar miles que en este momento son alegales y que escapan a la fiscalización de la administración». Su peso puede representar «más de un 30% del total de la oferta» turística.
Demanda y aerolíneas
Más si se tiene en cuenta, según subraya, que es un sector apto para combatir la estacionalidad: «Ofrecen versatilidad, pues son establecimientos pequeños que pueden abrir y cerrar con facilidad, sin altos costes de mantenimiento, algo que en ningún caso puede realizar la mayoría de los establecimientos de la planta hotelera pitiusa debido a su envergadura. Es una ventaja competitiva que hay que tener en cuenta».
De hecho, cree que ya han empezado a marcar terreno, algo que se aprecia en los vuelos regulares internacionales: «Si nos fijamos en los últimos años, empezamos a verlos con más frecuencia, sobre todo con Holanda y Reino Unido en meses fuera de la temporada turística. En mi opinión, este hecho se debe a que se está creando una demanda de turistas que se aloja en viviendas turísticas fuera de la temporada turística de verano. Las compañías aéreas han detectado esta demanda y han empezado a habilitar vuelos regulares con ciertas ciudades europeas».
