Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crisis sanitaria

Las terrazas devuelven «la alegría» a Ibiza

Los ibicencos acogen con ilusión y «muchas ganas» la reapertura de las terrazas de cafeterías, bares y restaurantes, aunque muchos negocios consideran que abrir en estos momentos «no compensa»

20

Las terrazas devuelven «la alegría» a Ibiza. Vicent Mari

«¡Qué alegría estar al sol y en una terracita!», comenta exultante un cliente que está desayunando en Can Moreta. Son las diez y media de la mañana y buena parte de las mesas de la terraza de este negocio de la calle Madrid, en Vila, están ocupadas. Sin duda, el buen tiempo invita a salir a la calle y sentarse en una terraza. Hay muchas ganas acumuladas, después de dos meses sin poder ir de bares, cafeterías o restaurantes. «Hemos salido escopeteadas para aquí en cuanto hemos podido», comenta Sandra, que se ha sentado en una mesa con sus amigas Pepi y Alba. Residen en Sant Antoni y Sant Josep, pero trabajan en Vila, y están acostumbradas, siempre que pueden, a desayunar y comer fuera.

Aspecto a mediodía de una terraza en Vara de Rey. Vicent Marí

En estos dos meses no les ha quedado más remedio que llevar el táper y almorzar en la oficina. Felices con la reapertura hoy (por ayer) de las terrazas, Sandra, sin embargo, se muestra en desacuerdo con algunas de las restricciones impuestas en la fase 3, como la de que solo se permita sentar en cada mesa a un máximo de cuatro personas. 

Juan, Claudia, Miguel y Sonia están «en el ‘Kit Kat’ del trabajo» tomándose un café en esta misma terraza, ubicada en la plaza de Sa Graduada. Estaban deseando como agua de mayo que reabriera la restauración para poder disfrutar de «los veinte minutos del café» sentados en un bar. Juan echa en falta, sin embargo, una desescalada «más generosa». «El riesgo de contagiarse de covid es el mismo a las cinco de la tarde que a las diez de la noche», arguye este trabajador de los Juzgados de Ibiza. Como la mayoría de la clientela que está sentada en esta terraza, lleva puesta la mascarilla y solo se la quita en el momento de dar un sorbo al café.

«Abrir en estas condiciones no compensa pero, al menos, las pérdidas serán inferiores que estando cerrados»

decoration

Silvia Moreta, propietaria del negocio, está al pie del cañón desde las ocho de la mañana, cuando levantó la persiana de Can Moreta después de dos meses de cierre. Los clientes habituales no tardaron en aparecer. 

«Abrir en estas condiciones no compensa pero, al menos, las pérdidas serán inferiores que estando cerrados», señala la propietaria, a la que le gustaría que estuviera permitido tener en el exterior un aforo superior al 50 por ciento. 

En The Green Market, Maria José disfruta sola de un café con bizcocho. Es su momento de relax antes de reanudar sus tareas como trabajadora de la limpieza. «Daba tristeza y angustia ver las calles de Ibiza tan desiertas. Las terrazas abiertas le dan alegría y vida a la ciudad», afirma.

Clientes de una cafetería de la plaza de Sa Graduada de Ibiza. Vicent Marí

En Pomona están con los preparativos para poner en marcha de nuevo la terraza. «La abro porque aquí servimos desayunos y comidas, pero Re.Art, de momento, continuará cerrado. De hecho hay muy pocos restaurantes de Eivissa que abran porque sacar a trabajadores del ERTE para tener abierta solo la terraza, al 50 por ciento, y hasta las 17 horas, no sale a cuenta», explica.  

Al igual que en la plaza de Sa Graduada, hay mucho ambiente en la de Pintor Vicent Calbet. Están llenas buena parte de las mesas de los negocios de restauración que hay en este habitual punto de encuentro de Vila. 

«Al sector de la restauración lo tienen crucificado. No entiendo que se pueda ir en bus o al cine y que los bares y restaurantes, sin embargo, tengan que cerrar cada dos por tres"

decoration

Muy cerca, en el pasaje de Balàfia, el propietario del bar Balafi, Antonio Tur, atiende la mesa en la que se sientan Virginia y dos Margaritas, madre e hija. «Da alegría y una sensación de normalidad ver las terrazas abiertas. Se nota hasta en las tiendas, donde hay más movimiento», afirman. Virginia reconoce que añoraba tomarse algo en una cafetería. Margarita, la mayor, está deseando que permitan a los clientes consumir también en el interior. «Al sector de la restauración lo tienen crucificado. No entiendo que se pueda ir en bus o al cine y que los bares y restaurantes, sin embargo, tengan que cerrar cada dos por tres. Las facturas se las pasan igual estén abiertos o cerrados», comenta crítica. Tampoco está conforme con el hecho de que en este nivel 3 estos negocios solo puedan tener las puertas abiertas hasta las cinco de la tarde. «El virus lo puedes coger igual a las cinco que a las diez de la noche», señala. «A ver cuánto nos dura esto. La terraza está llena», comenta su hija.

El propietario del bar explica que durante la fase cuatro ha mantenido el negocio abierto ofreciendo comida para llevar aunque no ha tenido mucho trabajo. Respecto a los límites de aforo y horario establecidos, considera que «son medidas que están bien en caso de que el negocio sea una cafetería y tenga mucha terraza, pero para un restaurante estas restricciones son injustas, porque para muchos es inviable poner toda la maquinaria en marcha para hacer tan poco negocio». 

La plaza del Parque, ayer a mediodía. Vicent Marí

En Vara de Rey a mediodía solo hay dos terrazas abiertas. En la de Es Repós están sentadas Adriana e Irene. Estas jóvenes estudiantes tenían muchas ganas de poder quedar en un bar o una cafetería. «Hacía falta ya, así podemos sociabilizar un poco», dice Irene.

En la plaza del Parque hay más movimiento que en s’Alamera. De hecho, la mayor parte de los negocios han puesto en marcha sus terrazas. «Hubiera sido mucho más rentable que nos dejaran abrir hasta las ocho de tarde, pero estamos contentos de, por lo menos, ponernos en movimiento», afirma Enrique Welcker, dueño del bar Vila Café, que reclama que se controle que las personas que visiten la isla lo hagan con una PCR negativa para evitar una cuarta ola. En su terraza, están Amaya y Nicanor, que consideran «una vergüenza que la restauración solo pueda abrir hasta las cinco de la tarde».

«No somos mucho de terrazas pero después de tanto tiempo se agradece poder disfrutar de una», comentan Gloria y Carmen, que se han sentado a tomar un café y una caña en la terraza del Bide Bide, en pleno corazón del barrio de es Pratet. Este negocio, que se ha tenido que reinventar y ofrecer desayunos, «llevaba cerrado desde el 6 de enero»,recuerda su propietaria, Anouschka Bañón. «Hemos reabierto porque no queda otra. Aunque perdamos más que ganemos, hay que recordar a la clientela que seguimos aquí», señala. 

Compartir el artículo

stats