Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional han desarrollado la operación Latrans-Girasol-Muhlberg para desarticular la que consideran como la principal organización criminal internacional que elabora y suministra la mayor parte de drogas sintéticas que se consumen en España, establecida principalmente en Ibiza, Barcelona y Andalucía.

La operación se inició el pasado mes de octubre y se ha saldado con once detenidos y la segunda mayor aprehensión de este tipo de sustancias en Europa. Una de las detenciones se produjo en Ibiza. Se trata de un ciudadano holandés, la misma nacionalidad que el presunto líder de esta red de narcotraficantes, que tenía un rol «intermedio» en la organización, esto es, que no era uno de los cabecillas «pero tampoco un machaca», según informaron desde el Cuerpo Nacional de Policía.

En Ibiza se llevaron a cabo dos registros en sendos domicilios, y en ellos los agentes se incautaron de «una importante cantidad de droga», en concreto de 1,3 kilos de cristal de éxtasis «listo para su venta» en pastillas.

Ibiza, apuntan las mismas fuentes policiales, era un «destino finalista importante», tal vez el que más, de esta red de narcos que preparaba la droga en dos laboratorios de Barcelona.

Además de la droga, en los registros llevados a cabo en la isla (sólo ha trascendido que uno de ellos se llevó a cabo en Jesús, aunque no hay confirmación oficial) los agentes descubrieron, además de la droga, una pistola, varios teléfonos encriptados y dos motos de agua, detallaron desde el Cuerpo Nacional de Policía en Barcelona.

En el desarrollo de la operación han participado agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la comisaría de Ibiza.

En su conjunto, la operación Latrans-Girasol-Muhlberg ha permitido arrestar a once sospechosos -ocho de los cuales han ingresado ya en prisión-, intervenir elevadas cantidades de MDMA, anfetaminas, cristal, LSD, cocaína rosa, hachís y marihuana, y ha llevado a desmantelar dos laboratorios clandestinos en Barcelona.

En concreto, han sido decomisados 200 kilos de MDMA (827.000 pastillas), 39,5 kilos de cristal, 76 kilos de sulfato de anfetamina, 217 litros de anfetamina líquida -con capacidad para producir 738 kilos de sulfato de la misma sustancia-, 2.000 dosis de LSD y 1,65 kilos de cocaína rosa, además de 310 kilos de hachís y 89 kilos de marihuana.

También se han aprehendido 126 litros de ácido sulfúrico, seis litros de ácido clorhídrico, tres litros de acetona, 20 kilos de sustancia de corte y 25 litros de diversos líquidos precursores para la fabricación de diversas drogas sintéticas.

Con sede en Barcelona

Con sede en Barcelona

Según detallaron mandos policiales, la «profesionalizada» organización tenía su sede principal en Barcelona, donde almacenaban la droga que llegaba de Holanda, tanto en pastillas de MDMA -éxtasis- como en anfetamina -speed- líquida para su posterior fabricación en los laboratorios, que luego se distribuía a otros puntos del territorio español.

Para financiar las sustancias, los miembros de la red, cuyas edades oscilaban entre los 40 y los 55 años, enviaban a Holanda y al Reino Unido grandes cantidades de hachís y marihuana procedentes de Málaga y de Barcelona, que se transportaban en transformadores eléctricos trifásicos manipulados y que lograban cruzar las fronteras bajo la apariencia de mercancía lícita con coches clásicos.

Estos transformadores disponían en su interior de un doble fondo con capacidad para trasladar cientos de kilos de droga y estaban dotados de un sofisticado sistema de apertura, ideado para imposibilitar su descubrimiento y asegurar la ocultación de las sustancias.

Una vez entregaban en Holanda los fardos de hachís o las bolsas envasadas al vacío con marihuana, aprovechaban el viaje de vuelta de los mismos transformadores para transportar la droga sintética hacia España, donde los denominados «cocineros» la procesaban en los laboratorios barceloneses.

Españoles, rumanos, italianos...

Españoles, rumanos, italianos...

La investigación, que ha durado un año, ha desvelado también que la banda -formada por holandeses, españoles, rumanos, colombianos e italianos- contaba con viviendas logísticas para la posterior distribución de la droga, una tarea para la cual utilizaban coches de alquiler y vehículos con doble fondo.

Usaban además móviles de mensajería cifrada para comunicarse, con dispositivos de bloqueo, borrado y cifrado, provistos de un botón del pánico para que se eliminara el contenido de los teléfonos en caso de que éstos fueran intervenidos.

La primera fase de la operación se llevó a cabo el pasado octubre, tras detectar una «actividad inusual» en una lujosa casa de la localidad de Bigues i Riells (Barcelona), que resultó ser un laboratorio y un importante centro de almacenaje de droga, cuyas existencias habían aumentado considerablemente por la caída de la demanda a raíz del confinamiento y el cierre de discotecas por la pandemia.

«No nos cabe ninguna duda de que haber aprehendido tal cantidad de droga se debe a que no había tenido salida durante este verano», reiteró el inspector jefe del grupo primero de la sección de estupefacientes de la Policía Nacional en Barcelona, quien resaltó que desmantelaron también un laboratorio en Barcelona y arrestaron a dos «cocineros», figuras clave en la organización.

Tras el golpe, a Andalucía

Tras el golpe, a AndalucíaEstos miembros eran contratados puntualmente, de manera que se desplazaban a España para fabricar las drogas y regresaban luego a sus domicilios en el exterior: «Esto se repitió en incontables ocasiones durante varios años», aseveró, por su parte, el capitán jefe de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de Guardia Civil en Barcelona.

Tras el golpe policial, la red se trasladó a Andalucía, donde ya contaba con infraestructura y donde la Policía descubrió que estaban preparando un transporte de cannabis a Holanda y Reino Unido, que interceptaron en la frontera de Irún (Guipúzcoa) con Francia.

Con esta información, practicaron también diez registros en viviendas de lujo y ubicaciones logísticas en Málaga, Ibiza y Barcelona, donde los miembros de la banda tenían propiedades desde hacía años, logrando así detener a todo el escalón intermedio de la organización, incluido el jefe, de nacionalidad holandesa.

Además de droga, la policía decomisó dos armas de fuego -un revólver y una pistola semiautomática-, dos granadas de mortero, un machete, ordenadores, teléfonos encriptados con sus dispositivos de cifrado de mensajería, cinco vehículos y tres embarcaciones de recreo -entre ellos las dos motos de agua retenidas en Ibiza y un barco-.

Los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía responsables de este gran operativo bloquearon paralelamente 23 cuentas bancarias vinculadas a todos los miembros de la organización detenidos, a los que se les acusa de tráfico de drogas, pertenencia a organización criminal y tenencia ilícita de armas.