Casi 1.000 personas invaden todos los días sin excepción los acantilados de Cala d'Hort que miran a es Vedrà, en al menos dos tramos concretos, y casi todos lo hacen sin mascarilla, sin respetar la distancia mínima de seguridad y sin ninguna medida de prevención frente al Covid-19. (Mira aquí todas las fotos de la aglomeración que se genera en la zona)

Esta invasión diaria, que se produce al atardecer para ver la puesta de sol, va acompañada de un monumental caos circulatorio con coches aparcados ilegalmente en los arcenes de la carretera, en campos de cultivo y en la entrada a caminos particulares. El constante trasiego de personas por enmedio de la calzada, ya sin apenas luz, ocasiona numerosas situaciones de peligro y conatos de atropello.

El Ayuntamiento de Sant Josep, pese a conocer los hechos desde hace tiempo, sólo ha colocado unas señales portátiles en los arcenes prohibiendo aparcar, pero son insuficientes para hacer respetar las normas a los conductores, según comprobó ayer por la noche este diario.

En el acantilado se reúnen alrededor de 500 personas en el mirador más conocido de todos, bajo la torre de es Savinar, pero hay algunos cientos más unos metros más abajo, más cerca ya de Cala d'Hort, donde también se produce otra concentración diaria de personas. Aparte, hay numerosos turistas encaramados peligrosamente en rocas del barranco y posando temerariamente al borde del precipio para hacerse fotos.

El consumo de alcohol es omnipresente e incluso anoche había un vendedor de mojitos que se paseaba por toda la zona ofreciendo sus productos y elaborándolo allí mismo, entre las piedras.

El riesgo de incendio es igualmente patente, con numerosos visitantes fumando y lanzando las colillas en mitad del bosque, despreocupadamente, tanto en el propio mirador como a lo largo del camino de tierra que pasa por enmedio de la masa forestal a lo largo de medio kilómetro. De hecho, hace pocos días se produjo un conato de incendio en esta zona. Otros visitantes utilizan drones, algo que, como casi todas las actividades realizadas allí, incumplen la normativa medioambiental en vigor en este espacio protegido.

Una vecina de la zona, Pepita Ferrer, comentó ayer a este diario que los turistas rompen a veces vallas instaladas por los particulares en sus caminos y lamentó la inactividad municipal. "Hay vecinos que están desesperados desde hace años", señaló. "Lo único que ha hecho el Ayuntamiento al cerrar el acceso de los coches por el camino de tierra es trasladar el problema a otro sitio", añadió.

Las Policía Local brilla por su ausencia todos los días, pese a que la afluencia de gente dura hasta medianoche.

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