Los odontólogos de la isla están volviendo a retomar sus agendas tras el parón impuesto por el Covid-19. Prudencia y tranquilidad tanto por parte de los especialistas como de los pacientes son las dos palabras que definen el acoplamiento a la realidad que les acompañará a partir de ahora.

«No queremos ni debemos ir muy rápido», dice Luciana Torres, odontóloga con clínica en Santa Eulària, y esta opinión parece ser la mayoritaria entre sus colegas.

Para Juan Alberto Fernández, especialista en cirugía en Clínica Fernández esta vuelta a la normalidad «entre comillas», tiene de positivo «la reducción de la carga asistencial» y el hecho de que todo se «relativice». Ante esta situación destaca que «los pacientes están teniendo una actitud ejemplar, son más comprensivos y tienen menos prisa, algo que agradecemos».

Luciana Torres, odontóloga de la Clínica Dental Luciana Torres de Santa Eulària.

Juan Diego Isidoro, director médico de la Clínica Mayans, coincide en esta percepción al destacar «el valor humano de los profesionales y de los pacientes en este tiempo». Sin embargo, Miguel Valdivieso, cirujano y propietario de Vitaldent, considera que algunos pacientes todavía tienen un poco de temor a la hora de volver a la consulta.

Como dato, en la Clínica Fernández, a principios de año, atendían a unos 80 o 100 pacientes al día y esta semana tienen la agenda llena con menos de 25 diarios. Esto se debe a las estrictas medidas de desinfección establecidas. «Entre paciente y paciente dejamos 20 minutos para limpiar bien la consulta». Además, entre el turno de la mañana y la tarde «reservamos tres horas para desinfectar», destaca.

Estas medidas son similares entre los cuatro profesionales consultados. Las consultas se parecen más a una nave espacial que a una sala médica. Tanto los doctores como el resto del personal se visten con monos, gafas, pantalla facial, gorro, cubrepiés, mascarilla doble FPP2 y doble guante . Los pacientes también deben ir con mascarilla, que se les retira a la hora del tratamiento, bata, cubrepiés, gafas, gorro y se les aplica un gel desinfectante en las manos y un enjuague especial, entre otras medidas.

Luciana Torres apunta que antes de llegar a la consulta todos los pacientes están informados de las normas de seguridad que deben seguir. También se les insiste mucho en la puntualidad, «para que no tengan que cruzarse con nadie ni utilizar la sala de espera».

Normas que Juan Alberto Fernández considera muy positivas: «Ahora extremamos la asepsia aún más», y que Miguel Valdivieso asegura que «se quedarán aquí para siempre», un protocolo que ahora se tarda en cumplir, pero que considera que en unas semanas será parte de la rutina habitual.

Dentistas en la Clínica Mayans de Ibiza.

Además, las consultas están equipadas con fundas desechables en los asientos, mangueras y todo aquello que se pueda enfundar, así como una gran parte de materiales desechables, explica Juan Diego Isidoro, al tiempo que añade que «algunos de estos equipamientos ya se utilizaban antes de aparición del Covid-19, pero no en todos los casos como ahora».

Por ello, aborda una cuestión que, sin nombrarla, preocupa como es la rentabilidad de sus clínicas. A los nuevos equipamientos y productos desinfectantes se une la necesidad de espaciar las consultas, con lo que no pueden atender al mismo número de pacientes que hace meses.

En el plano empresarial y laboral, las clínicas, consideradas un servicio esencial, han tenido que afrontar el parón impuesto por el coronavirus con sus propios recursos o con ERTE.

Casos urgentes

Casos urgentes

Estos cuatro profesionales no han dejado de atender urgencias durante todas las fases del estado de alarma. Todos ellos realizaban una valoración telefónica, e incluso con fotografías enviadas por whatsapp antes de citarles en la consulta, algo que solo se hacia por extrema necesidad.

Flemones, piezas rotas, dolor de muelas, infecciones... son los casos más frecuentes que han atendido los doctores durante el confinamiento. En todos la precaución ha sido la norma general por lo que se ha evitado la utilización de turbinas y de otros aparatos que pudieran emitir aerosoles.

La prudencia ha hecho también que en la Clínica Mayans hayan preferido derivar algún caso al hospital ante la posibilidad de no poderlo tratar bien por las restricciones impuestas, sobre todo al principio del confinamiento. En Clínica Fernández estaban de guardia un odontopediatra, un generalista y un cirujano para atender urgencias previo triaje telefónico.

Juan Diego Isidoro recuerda que durante el confinamiento total el paciente que llamaba para pedir una cita «estaba muy desesperado», en parte debido a que algunos odontólogos cerraron sus consultas, «incluso para urgencias», señala.

Juan Alberto Fernández asegura que todos los días ha atendido alguna urgencia, igual que Miguel Valdivieso, que decidió abrir su consulta dos horas por la mañana y otras dos por la tarde. Durante estas jornadas atendió a un niño que se había roto los cuatro incisivos temporales jugando con la bicicleta en su casa o a una señora que se cayó por la escalera y a la que tuvieron que extraerle dos incisivos. El paciente Alfonso García, en cambio, se lo tomó con humor y no dudó en presentarse en la consulta con un pijama de Mario Bross.