La titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Ibiza, Martina Rodríguez, dejó ayer visto para sentencia el caso del agente de la Guardia Civil de Ibiza que fue denunciado por, presuntamente, masturbarse delante de una menor de edad en la piscina municipal de Sant Josep. El agente, que tiene unos 40 años y está suspendido de empleo en la Guardia Civil mientras se dirime su caso, se declaró inocente ante la jueza y aseguró que, desde que la madre de una niña le denunció, comenzó a sufrir un trastorno de ansiedad. Su abogada, Ascensión Joaniquet, insistió en que no existen pruebas de cargo contra el acusado y que hay dudas muy razonables de que la denuncia sea fruto de la imaginación de una menor (nueve años). «Probablemente se han mezclado fantasías de la conversación [que la menor mantuvo con otras niñas] días antes (...) y ante la más mínima duda este caso debe derivar en una absolución», argumentó la letrada.

Por su parte, tras escuchar a las partes, el representante de la Fiscalía elevó a definitivas las conclusiones provisionales de su escrito de acusación y mantuvo la petición de un año de cárcel y la prohibición de entrar en cualquier piscina pública del territorio nacional por un periodo de tres años.

Según la denuncia, los días 23 y 28 de noviembre de 2017 el acusado se exhibió sexualmente ante al menos una menor de edad en la piscina pequeña de Sant Josep. En consecuencia, se le acusa de la presunta comisión de un delito continuado de exhibicionismo y provocación ante menor de edad.

En su momento, tras la denuncia, la entonces teniente de alcalde y concejala de Gobernación, Paquita Ribas, confirmó que los responsables y monitores de la piscina municipal habían recibido la orden de prohibir la entrada de este hombre al recinto deportivo. Además, los trabajadores también recibieron indicaciones para que avisaran en caso de verlo en las proximidades.

En cualquier caso, la concejala aseguró que el agente investigado no había vuelto a esta piscina desde que se denunció su presunto comportamiento lascivo. Los responsables de la piscina fueron alertados por la propia madre. Según el relato de la denunciante, su hija ya le había advertido en una ocasión de que había sorprendido a un hombre que se estaba tocando los genitales. Fue unos días después cuando la madre decidió poner estos hechos en conocimiento de los monitores, ya que la niña le contó que había vuelto a ver en la piscina al mismo hombre con la misma actitud.

En un primer momento, se hizo cargo del asunto la Policía Local de Sant Josep, que cuenta con un departamento de menores a través de la puesta en funcionamiento del servicio de policía tutor. Tras la intervención de los agentes de Sant Josep, la madre de la niña presentó «denuncia formal» y el caso pasó a manos de la Guardia Civil.

Ayer, dos años y dos meses después, se celebró el juicio. En la vista, el acusado hizo uso de su derecho a la última palabra. «Sufro trastorno de ansiedad y quiero volver a mi vida con mi gente (...) porque soy una persona que desde que me levanto hasta que me acuesto mi objetivo es hacer el bien (...) soy voluntario [en varias asociaciones], me hace muy feliz hacer el bien y sería incapaz de cometer los hechos por los que se me acusa», concluyó el hombre justo antes de que la jueza dejara el caso visto para sentencia.