Se distingue fácilmente por la mancha negra que se extiende desde detrás de sus amarillos ojos y que acaba en un fino penacho de plumas en la nuca y por las líneas intermitentes, y asimismo negras, de su cuello y pecho. Al menos éstas son las características por las que podría diferenciarse a la garza real de otras especies de grandes garzas que existen en la familia de las ardeidas, como la garza goliat o la cabecinegra. Pero es que, además, ésta es prácticamente la única de las más de diez especies del género Ardea que puede contemplarse en las Pitiusas, a excepción de la esporádica presencia de la garza imperial ( agró roig), sensiblemente más pequeña que la real, más sigilosa y con un plumaje pardo rojizo o rosado en cuello y laterales.

Los catalanes conocen a la garza real como bernat, nombre que también usan en algunas zonas de Mallorca. En Ibiza y Formentera se denomina preferentemente garsa, o en ocasiones agró gris, aunque en un estudio que realizó hace una década la comisión de nomenclatura del Grup d'Ornitologia Balear (GOB) se recomienda el uso común para todo el archipiélago de agró blau para referirse a esta ave acuática que alcanza una envergadura de casi dos metros.

En el folleto o guía de las aves de ses Salines editado por el parque natural puede leerse la opción garsa. Los ingleses la llaman grey heron y su nomenclatura binomial en latín, es decir, su nombre científico, hace alusión también a su color gris ceniza: Ardea cinerea.

Gris o azul, la garza real es frecuente en Ibiza y Formentera, y aunque es un ave de humedales, que es fácil observar en ses Salines o en ses Feixes, tampoco es raro encontrarla en campos del interior, en torrentes o en las rocas junto al mar; se ha visto frecuentando sa Carroca, en los campos de Puig d'en Valls, en es Portitxol de Portinatx, en Cala Bassa, en un torrente de Sant Rafel o en Cap Martinet, sólo por poner seis ejemplos.

Ave de paso

Sin embargo, y aunque puede verse prácticamente todo el año, no nidifica en ninguna de las islas de Balears. Es un ave de paso que recala en el archipiélago en sus migraciones, de camino a África, donde se réune con otras ardeidas incluso en parques de Tanzania como el Serengueti, a pesar de que la mayoría de la bibliografía sobre la especie indica que su distribución alcanza sólo el norte de África.

Esta ave, como tantas otras y como todo el grupo de ardeidas en especial, es muy sensible a las alteraciones de su hábitat y a la sequía que afecta a sus áreas de invernada, por lo que busca nuevas zonas donde pasar los inviernos.

El ornitólogo Oliver Martínez, del GEN (Grup d'Estudis de la Naturalesa) destaca que es más fácil ver a esta especie en Ibiza, al menos en un mayor número de ejemplares, durante sus pasos migratorios, aunque siempre queda una población invernante que permite que esta ave no sea insólita en ningún momento del año.

Son aves asustadizas, a las que no es fácil acercarse. Pero, sorprendentemente, el ornitólogo recuerda dos casos, con bastantes años de diferencia y en el río de Santa Eulària, en los que pudo estar tan cerca de la garza que tuvo que echarse hacia atrás para poder fotografiarla correctamente. «Es un animal miedoso, pero, de repente te sorprende y encuentras algún ejemplar confiado». Es posible que, como muchas otras especies animales, acaben acostumbrándose a la presencia cercana del ser humano.

Por otra parte, otra curiosidad sobre la garza real que también llama la atención es que puede ser la principal sospechosa si, un buen día, te das cuenta de que te han desaparecido todas las carpas del safareig (alberca); Oliver Martínez recuerda más de un caso en el que estas garzas han encontrado su piscifactoría particular «y han hecho una escabechina».

Lo cierto es que Ardea cinerea, incluida en la categoría de interés especial del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y en régimen de protección especial en el listado de Balears, es un ave oportunista que, aunque esté considerada una buena pescadora, puede tener una dieta alimentaria muy amplia en la que también figuran las serpientes.