El cementerio de mascotas de sa Talaia de Sant Antoni no es tan tremendo como el de sa Caleta (Sant Josep), que ocupa una enorme superficie cerca de la costa y contiene decenas de tumbas desperdigadas por el bosque, pero sí llama la atención por la exagerada arquitectura de sus mausoleos, de estilo súper kitsch. Lo que es indudable es que los dueños de los perros tiene tendencia a enterrarlos en lugares con vistas privilegiadas: en sa Caleta, la panorámica de la línea del cielo de es Cap des Falcó; en sa Talaia, la de la bahía de Portmany y, sobre todo, la de los Illots de Ponent. Lo cierto es que, bajo tierra, los animalitos (que ya crían malvas) poco pueden disfrutar del paisaje.

La visión desde sa Talaia es tan impresionante como el calor y los sofocos que hay que sufrir para ascender hasta su cima, situada a 137 metros de altura, en esta tórrida canícula. Las cinco tumbas de perros a la vista se encuentran en la zona boscosa que no ardió como una tea en agosto de 2017. Cerca de la ermita de la Mare de Déu, que data del año 1942, una maraña de troncos carbonizados obstaculizan el paso por el camino, alfombrado de cenizas.

Cuatro metros de largo

Cuatro metros de largo

Cuatro están situadas en una pequeña hondonada artificial, vestigio de alguna antigua construcción humana. Allí llama la atención el mausoleo dedicado a Alf, que ya quisieran para sí algunos humanos. 'Fácil quererte, difícil olvidarte', es la frase estilo Paulo Coelho caligrafiada en una cerámica y que preside esa megaconstrucción alzada a base de piedras y còdols y que da fe del hueco dejado entre los humanos que lo cuidaban tras su muerte, así como del deseo de aquellos de dejar constancia de lo mucho que lo querían. Un amor que debió ser inmenso, pues la tumba mide casi cuatro metros de largo (lo mismo Alf era un dogo; su fotografía ha desaparecido) por 1,5 metros de ancho y otros 1,5 metros de alto. Construida en julio de 2013, está rodeada de flores de plástico, y está decorada por cinco angelotes, un soportavelas metálico y una cadena metálica oxidada.

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Cementerio de perros en sa Talaia de Sant Antoni

A pesar de que se trata de un bosque (y de que las ordenanzas municipales prohíben enterrar animales de esa manera), los dueños de Lupa, un pequeño bulldog francés, no dudaron de echar una buena capa de cemento para dar solidez a su 'obra', que no tiene desperdicio. En el frontal hay una foto de la mascota y, escrito en el cemento con letras de color azul, la frase 'Te queremos'. La parte superior tiene la forma de las almohadillas caninas, en cuyo interior dibujaron una cruz con piedras, además de la fecha de la defunción (abril de este año). Dentro de cada almohadilla de las pezuñas, una letra de su nombre:L-U-P-A.

Para la de Niña fueron más discretos. Lleva allí desde abril de 2017. En una placa de cerámica dibujaron las huellas de una pisada perruna; en otra, un corazón, la frase 'Te amo bebé' y las fechas de su nacimiento y muerte.

Lejos de la pulcritud y sencillez del Cimetière des chiens et Autres Animaux Domestiques de París, situado justo al borde del Sena, el propósito de la tumba de Lia es epatar. Se trata de una enorme construcción a base de cemento y cantos rodados de gran tamaño, que incluso pintaron de color azul y morado. Los dueños de esa pit bull dejaron allí tirados el pincel y la espátula usados para pintar y alisar ese mausoleo (mide 1,2 metros de altura), amén del consabido arnés, collar y su juguete de cuerda, lo que da una idea de su respeto por la naturaleza.

No le falta de nada, incluso está decorado con su nombre y un corazón troquelados en cartón y pintados, cómo no, de color morado, además de dos carteles con las palabras 'Love' y 'I love'.