No son lo mismo las Malvinas que es Malvins. Las primeras están en el Atlántico Sur y se las disputaron Argentina y Reino Unido en los 80. La primera ministra británica, Margaret Thatcher, escribió en su biografía, 'Los años de Downing Street', que nada permanecía tan vivo en su memoria «que las once semanas de la primavera de 1982 en las que Gran Bretaña hizo y ganó la guerra de las Malvinas». Aunque ella, como buena inglesa, las llamaba islas Falkland. Es Malvins, en cambio, a pesar de que también tienen cierto valor estratégico, no han sido el epicentro de contienda alguna, si no se considera como tal la que, en 1660, acabó con un vicario y sus oficiales desterrados en uno de estos islotes por la gracia del gobernador. Es Malvins ibicencos se encuentran en la entrada al puerto, a poco menos de una milla y media del faro de Botafoc. Y, desde la ampliación del área protegida del año 2015, forman parte, como los cercanos s'Esponja y es Daus, de la reserva marina de es Freus.

Lo cierto es que la similitud del nombre ha llevado en no pocas ocasiones a relacionar los dos grupos de islotes. Al cumplirse un año de la guerra de las Malvinas, la delegacion balear de Radio Nacional de España realizó incluso un reportaje sobre es Malvins ibicencos para recordar la guerra al sur del Atlántico. Y si tal empalme resulta asombroso, tal vez lo sea aún más la teoría de un filólogo catalán que ha llegado a asegurar que el origen del nombre de las Malvinas se encuentra en los islotes ibicencos, a los que se habría rendido homenaje al bautizar las islas frente a las costas argentinas cuando las descubriera alguna de las naves de la expedición de Magallanes, en cuya tripulación habría catalanes que conocerían el antiguo topónimo pitiuso. En realidad, la mayoría de los expertos consideran que las Islas Malvinas derivan del francés Malouines (denominación que le asignaron navegantes franceses que partían del puerto de Saint-Malo) y no relacionan los dos conjuntos de islotes separados por un océano ni por casualidad. El nombre de es Malvins, por su parte, parece ser muy antiguo, y la palabra malví significa malva, una planta abundante en el área mediterránea presente en el litoral y relacionada con ambientes ornitocoprófilos, es decir, que prospera donde existen gran cantidad de excrementos de aves marinas.

Es Malvins ibicencos son cuatro islotes, o dos islas y dos simples escollos, propiedad del Ministerio de Medio Ambiente. Las dos islas son es Malví Petit, Malví Pla o Malví Nord, de nueve metros de altura, y es Malví Gros, Redó o Sud, que alcanza 16 metros. En medio de las dos se encuentran las rocas de ses Xelles, sa Grossa y sa Petita. Son cuatro pequeños y modestos islotes, pero entre ellos y es Daus, al este, se registra un tráfico marítimo que muchos señalan como el más intenso del Mediterráneo durante los meses de verano y, sobre todo, atesora una gran biodiversidad.

Una planta vulnerable

En las dos islas mayores abundan plantas como el alfals arbori ( Medicago citrina), que también crece en ses Bledes pero que tiene tan reducida área de distribución que está clasificada como vulnerable, y las aves marinas representan uno de los capítulos más destacados de su lista de valores; si en las Malvinas destacan los pingüinos, en los más discretos peñascos ibicencos crían aves como el paio ( Hidrobates pelagicus) o la baldritja ( Calonectris diomedea). Los dos islotes mayores también cuentan con sus propias poblaciones de lagartija pitiusa y, a su alrededor, el hábitat de las praderas de posidonia y profundidades de 30 metros han convertido estas rocas en reconocidos puntos de inmersion para submarinistas, igual que lo son las cercanas s'Esponja y es Daus.

En los últimos años, dos grandes amenazas han puesto en riesgo este discreto pero valioso paraje. El primero fue el hundimiento del buque 'Don Pedro' en la seca baix es Daus, el 11 de julio de 2007, y la posibilidad de que se produjera una marea negra por la perdida del combustible de la embarcación siniestrada; el día después de la catástrofe, la aparición de un cormorán alquitranado en es Malvins, además de diversas manchas en pollos y gaviotas, se convirtió en la primera señal de que el vertido estaba afectando a la fauna de la zona. Días después se hallarían algunos cormoranes y gaviotas muertos. Más recientemente, la celebración del Grand Prix (algo así como la Fórmula 1 del mar) en aguas de Platja d'en Bossa, en septiembre de 2014, supuso otro desafío para las aves de los islotes, en una época que, según recordó el Grup d'Estudis de la Naturalesa (GEN), estaban completando su periodo reproductor. Los pollos de paios o paíños estaban realizando sus primeros vuelos con la contaminación lumínica y sonora en contra y los de baldritges, aún en el nido, corrían el peligro de ser abandonados porque los adultos no regresaran debido al ruido y la constante presencia de lanchas.

Refugio de aves

Es Malvins es un pequeño refugio de aves en el centro de una marabunta de luces y barcos, donde el intenso tráfico marítimo conlleva que, al menos por estadística, de vez en cuando se conviertan en el escenario de algún accidente. En marzo de 1982, el buque 'Cala Portals', de Naviera Mallorquina, chocó allí contra la seca de es Malvins cuando acababa de zarpar hacia Valencia y sólo tuvo tiempo de volver atrás para hundirse en el puerto de Vila. A finales de junio de 1983, un yate inglés se incendió y se hundió entre s'illa de ses Rates y es Malvins y en junio de 2008, un día de lluvia, un taxi náutico se hundió asimismo al chocar contra es Malví Pla. Hubo tres heridos. Otro ejemplo más es el de los dos hombres que en diciembre de 2006 fueron rescatados de es Malví Redó tras hundirse su catamarán. Es Malvins no son las Malvinas, pero también tienen su historia.

El destierro del Vicario

En 1660, el gobernador de Ibiza, Jacinto Ferrán, desterró a es Malvins al vicario y canónigo de Tarragona, Pedro Roselló, y a sus oficiales. Un destierrro que al parecer duró cuestión de días pero que ponía de manifiesto que el hasta entonces poderoso poder eclesiástico estaba siendo desplazado por el poder real, encarnado en el gobernador. El episodio puede leerse en 'Ibiza y Formentera en la Corona de Aragón', de Bartolomé Escandell Bonet, aunque sin más datos, por lo que la única conclusión que parece extraerse es que el motivo fue que los dos representantes de tan altos poderes estaban calibrando su autoridad.