Habla usted de los aspectos psicológicos de la prostitución.

Sí. Lo que se conoce de la prostitución es que hay mucha pobreza, muchas mujeres con necesidades y por eso entran. Y se conocen las enfermedades físicas, las venéreas que es lo que siempre ha interesado, no por ellas, sino por los varones. Y también las lesiones y traumas. Lo que se ve. Pero hay una parte psicológica que está oculta, escondida, que no se ve y que es la que realmente hace daño y que es irreversible. Las consecuencias de la prostitución no se conocen y las psicológicas, mucho menos.

¿Irreversibles?

En algunos casos sí. La prostitución es la anulación como persona. El objetivo de los puteros es obtener placer a través del daño que provocan. Destrozar a la persona. Aquí no hay sexo, sólo hay violencia y ejercicio del poder.

La mayoría lo negará.

Los varones, ellos no pueden aceptar que están destruyendo a mujeres y niñas. Niegan una realidad y eso le da un cariz de normalización. Están acostumbrados a ver en la tele o en carteles o guías turísticas a mujeres en posturas muy sexualizadas. Ser prostituta parece que sea algo natural y no lo es. Fíjate en la sentencia de la manada de Murcia, es terrible. Como una chica es prostituta la pueden violar y hacer con ella lo que quieran. Tres señores que tenían antecedentes por tráfico de drogas y violencia están en la calle. Y a ella se la cuestiona por ser prostituta. Es terrible. Es decir, que es algo innato y que se puede hacer con ellas lo que se quiera.

Esta sentencia anula a esa mujer como persona.

Exacto. No es una persona porque la han convertido en un objeto de consumo. Como han pagado se creen con el derecho de hacer lo que quieran. Hay un informe clínico que dice que hubo agresión sexual y que la drogaron. Es el mismo modus operandi de la manada. No lo entiendo. Sólo lo entiendo en la medida en que creen que las mujeres se pueden convertir en objeto.

¿Qué consecuencias psicológicas tiene la prostitución para las mujeres?

Es muy amplio. Y grave. Los proxenetas y los puteros cada vez afinan más la técnicas de captación, reclutamiento y destrucción de las mujeres. Cuando ellas entran, lo primero que hacen es anularlas como personas, la cosificación, las convierten en un objeto de uso y consumo. Ellas, para no sufrir, tienen que separar su mente de su cuerpo y esta dualidad las enferma. Esquizofrenia, tipos de psicosis... La destruyen. Y entonces ya pueden hacer con su cuerpo lo que quieran. Es un proceso difícil de superar porque no hay una red de atención psicológica para las mujeres en situación de prostitución. A los gobiernos no les interesa, no harán nada por sanar a las mujeres. El negocio es muy importante, el segundo delictivo a nivel internacional. En medio están muriendo y enloqueciendo y destruyendo a mujeres y niñas. La sanación no les llega, cualquiera de nosotras, si nos sentimos mal vamos al médico. Ellas no. Además, no son conscientes de su enfermedad. Están ocultas en prostíbulos y burdeles y pisos y rodeadas de chulos y proxenetas que las tienen amenazadas.

La soledad. ¿No tienen a nadie que les digan que están mal?

Ahí tienen una labor fundamental las ONG que pueden entrar en los prostíbulos. Y la sociedad. Debemos implicarnos todos. No podemos poner la carga de salir de la situación a la víctima. Debemos decir que no podemos vivir en un país democrático cuando hay una parte de la sociedad que tiene un precio.

En Ibiza, en verano, parece que la prostitución entra en el pack

No es sexo, es explotación sexual. Eivissa es una zona de turismo sexual y eso se está extendiendo por el país. Es terrible y la ciudadanía debe exigir a los políticos y a los gobiernos que tomen decisiones para parar esto. No podemos seguir así. Las mujeres no tenemos un precio. Además, nos sentimos seguras si no estamos en situación de prostitución y no es cierto. Las manadas existían en los burdeles hace mucho tiempo y después de abusar y violar a las mujeres en situación de prostitución han saltado a violar a quienes no lo están. Se entrenan en los prostíbulos para salir a las calles. Y los políticos no se dan cuenta. Eivissa es un lugar fantástico para poner banderolas y carteles y publicidad contra la explotación sexual. Es un laboratorio perfecto. Hay que trabajar en educación, con agencias, hoteles, con salud... Establecer unas normas estrictas en contra de la explotación sexual. Ibiza corre el riesgo de convertirse en Tailandia con el turismo sexual. Le queda poco. Eso, al final, no es bueno ni económica ni social ni culturalmente.

Si tenemos hoteles que se anuncian con mujeres casi desnudas sobre una mesa y lo ven normal, frenar la prostitución es complicado.

Ahí tenemos que estar las mujeres. Debería haber una manifestación de mujeres en las puertas del hotel diciendo no a la violencia sexual contra las mujeres, no consumas cuerpos de mujeres. Lo que nos queda, además de la denuncia, es el activismo, salir a la calle, moverse en redes. Cada ciudad debe empoderarse para luchar y defendernos. Todas somos una. La que está en situación de prostitución y la que no. Si no hacemos alianza no conseguiremos nada.

¿Qué deben hacer los políticos?

Cumplir con la atención a la ciudadanía y, la primera, que haya igualdad y no violencia ni agresiones sexuales. Las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres. No nos pueden anular. Deben defender los derechos humanos, porque la prostitución es un atentado contra los derechos humanos de las mujeres y los gobiernos lo están permitiendo. Sevilla tiene prohibida la prostitución con una ordenanza. La he traído para ver si la pueden adaptar. Eivissa lo necesita.

En un momento en el que se niega la violencia de género y la derecha no es abolicionista.

La líder de ultraderecha es la directora del mayor burdel de la Costa del Sol. Estamos tratando de descubrir los intereses de la ultraderecha en prostitución y vientres de alquiler. La derecha y el capital tienen una alianza con el sistema prostitucional. Tenemos que desenmascararlos. Es labor de los activistas y los gobiernos.