Y al llegar la mañana, el viento de Oriente trajo las langostas. Y subieron sobre toda la tierra de Egipto y se asentaron en todo el territorio de Egipto, y eran muy numerosas. Nunca había habido tantas langostas como entonces ni las habría después, porque cubrieron la faz de toda la tierra y la tierra se oscureció». Es un pasaje del Éxodo, el segundo libro de la Biblia, que incluye el relato de las diez plagas de Egipto. En concreto, son frases sobre la octava plaga, protagonizada por un ortóptero acrídido, una familia cuyos integrantes son conocidos popularmente como langostas o saltamontes. Y en las islas se reproduce el más grande que puede encontrarse en Europa, que en el nombre de la especie hace referencia a Egipto y recuerda con ello a su octava plaga pero que, en realidad, a pesar de lo que parece anunciar su nombre, es un animal normalmente solitario, inofensivo para los cultivos, por lo que es improbable que protagonizara el desastre por el que tiene fama. De hecho, hay otras especies similares que es mucho más habitual que, en determinadas condiciones ambientales, y ante una explosión demográfica, adopten hábitos gregarios y se conviertan en plaga. Eso sí, esta langosta en particular es un insecto voraz y uno solo de sus juveniles puede dejar sin hojas una planta de menta en menos de una semana. Se trata de la especie Anacridium aegyptium, la langosta egipcia, que durante los meses de verano es fácil encontrar en su fase de ninfa (juvenil), de un verde claro e intenso.

No existen datos concretos que confirmen el descenso de poblaciones en las islas, pero un informe de la Comisión Europea asegura que la evolución de la densidad de ortópteros (saltamontes y grillos), conocidos en las islas como cavallets, es tan negativa que puede considerarse que una cuarta parte de las especies está amenazada. Y estos insectos son esenciales en la cadena trófica, de forma que, en Balears, son parte importante de la dieta de aves como cernícalos (xoriguers), autillos, lechuzas e incluso son depredados por el halcón de Eleonora, según detalla el naturalista mallorquín Xavier Canyelles. «Por eso se quedan muy quietos y miméticos», añade, para intentar evitar que esta avifauna, diurna y nocturna, detecte su movimiento. Igualmente, musarañas y erizos incluyen a los saltamontes en su alimentación.

Anacridium aegyptium, llamado también langosta mediterránea, es el saltamontes de mayor tamaño de las islas; la hembra es más grande que el macho, pero el macho tiene las antenas más largas. Y similar a esta especie podemos encontrar en Balears ejemplares de Locusta migratoria, que Canyelles especifica que es ligeramente más pequeña y que en las islas sí puede hallarse en fase gregaria (puede pasar de una fase solitaria a una gregaria al aumentar la población). Locusta migratoria es una de las especies que han provocado graves periodos de hambruna en África al arrasar amplias áreas de cultivo. Y es posible que fuera la causante de una plaga que asoló Sant Antoni en el año 1688 (tal suceso se recoge en el libro de la Cofradía de Santa Agnès que se conserva en el archivo de la iglesia). Se desconoce si la plaga era de cualquiera de las dos especies citadas o de algún otro de los saltamontes similares que han sido citados en la isla, como Euchorthippus angulustus (endemismo de Mallorca, Eivissa y Formentera) o Tettigonia viridissima (langosta verde).

La ortopterofauna balear, al igual que todo el conjunto de los invertebrados, es una rama en la que aún están pendientes muchas investigaciones, sobre todo en las Pitiüses y a pesar de los estudios que diversos autores han realizado desde finales del siglo XIX. En Mallorca y Menorca se han citado algunas subespecies y en Eivissa se descubrió en 2014 una subespecie de grillo del género Pterolepis (P. pityusensis) que cayo casualmente, en 2010, en una trampa de seguimiento de plagas forestales.

Durante los meses de verano, en Ibiza y Formentera pueden verse las diferentes fases de ninfa de la langosta mediterránea, que mantiene un vivo color verde que se oscurecerá hasta transformarse en marrón en sus sucesivas siete mudas. En este proceso, al animal le crecerán las alas y cambiará de aspecto, pero mantendrá sus característicos ojos a rayas verticales, uno de los rasgos usados para identificar la especie y que lo dotan de una extraña apariencia de dibujo ideado por algún ilustrador del estilo de Tim Burton. Además, se distingue también por una cresta longitudinal y rojiza que tiene sobre el tórax. A llegar el otoño, las ninfas realizan la última muda y entonces ya empiezan a verse los grandes ejemplares marrones, de unos siete centímetros y con las alas grandes y completas que, sin embargo, le sirven para lo que Canyelles describe como «torpes planeos». En sus cortos vuelos, emite un sonido muy característico, un zumbido agudo, estridente. Por el contrario, estos invertebrados son buenos saltadores, lo que ya indica la estructura de sus patas posteriores. «También las usa como defensa y, en situaciones de estrés, puede liberarse de esas patas traseras», señala Xavier Canyelles.

Sus depredadores

Saltamontes y grillos forma parte de la dieta de aves tan importantes en Ibiza y Formentera como cernícalos (xoriguers), autillos, lechuzas y halcones de Eleonora. Además, también son depredados por erizos y musarañas.