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Aprender de errores de los hombres

En todos los cambios radicales de la historia es cosa de tiempo que surjan escisiones entre quienes quieren llevarlos más allá y quienes prefieren dejarlos algo más acá. En las grandes revoluciones sociales de los siglos XIX y XX, hechas sobre todo por hombres, las escisiones de los revolucionarios dieron lugar a terribles y sangrientas rupturas, plasmadas, simplificando, en las cuatro sucesivas Internacionales (1ª a 4ª). La revolución feminista de nuestro tiempo opera sobre un bastidor formal no tan distinto (lucha por la emancipación, paraíso igualitario en el horizonte, desaparición final del género).

Aunque la revolución social haya dejado como buena herencia el Estado de bienestar, su vector más radical y en el fondo idealista dejó una herencia espantosa en su quimérico y fallido empeño de provocar una mutación antropológica (el «hombre nuevo»).

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