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Tribuna

La importanciade elegir

No sé sí somos conscientes de la importancia de la palabra elegir. Podríamos definir la elección, a grandes rasgos, aludiendo a su relación directa con la libertad, ya que si no podemos elegir, si no hay un muestrario mínimo de opciones, no somos realmente libres.

Suelo decir a mis alumnos que las opciones no tienen por qué gustarnos, tienen que estar, eso ya garantiza un cierto marco de libertad y de elección porque siempre, aunque las consecuencias no nos gusten, podemos optar por hacer o no hacer algo. Supongo que como paso mucho tiempo con adolescentes siempre pongo este ejemplo: ante mi examen de Nietzsche, tenéis la opción de estudiar o la de no estudiar y afrontar las consecuencias. Ninguna de las dos opciones les convence del todo. Por eso se podría decir que casi todo en la vida se reduce a la capacidad de elegir cómo queremos vivir, de analizar las opciones y oportunidades que se nos presentan y aceptar que siempre actuamos en base a ellas, porque incluso cuando no hacemos nada decidimos y elegimos. Nos encontramos actualmente ante una situación de inestabilidad social, política y económica. Por lo tanto cabe preguntarse y evaluar qué vamos a hacer y cómo vamos a escoger atravesar estos tiempos que parecen no querer abandonar el día a día de los individuos y que tiñen nuestra realidad de una neblina que nos impide ver lo que tenemos delante.

Ante este panorama un tanto sombrío elijo vivir cumpliendo veranos y recordando al abuelo en el gris que tiene, en ocasiones, el Mediterráneo. Elijo la rebeldía de hacer las cosas a mi modo e intentar que mis alumnos salgan de clase con más dudas que certezas. Elijo recordar a la abuela cada vez que como turrón (da igual en qué forma). Elijo dormir poco y mal y el café. Elijo redefinir los límites de mi libertad y escribir cuando tengo desordenadas las intuiciones.

Elijo escoger con mimo a mis amigos e invadirle el despacho a Estefanía y las charlas terapéuticas con Charo. Elijo guardar cosas que no sirven para nada y coleccionar bolígrafos y libretas y clips y manchas de tinta en las manos.

Elijo odiar el frío y los inviernos y mi mal carácter y mi poca paciencia y mis defectos. Elijo no obviar mis miedos y echar de menos a mi perro y creer, como lo hacía Nietzsche, en la circularidad del tiempo.

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