La historia se ocupará como se merece del desmontaje pieza a pieza del movimiento conocido como procés, con el 23-F el envite de mayor riesgo sufrido por nuestra democracia desde 1977. La clave ha sido la paulatina sustitución de la dialéctica dominante separatista, impuesta por el independentismo radical, por una dialéctica de predominio social, encabezada por un nuevo rumbo de Esquerra, en el que sin duda los indultos han tenido importancia. Da igual ahora que el Govern se recomponga o se rompa, pues en el primer caso lo hará con predominio aún mayor de Esquerra. Si los afiliados de Junts que ahora están votando deciden la salida del Govern, la ruptura será entre sus bases y los cargos públicos desalojados. No será fácil que el españolismo galopante reconozca a nadie el mérito del contra–procés que ha aliviado al Estado de la tensión separatista. Mitad ceguera, mitad inquina.
