Diario de Ibiza

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Alicia Reina Escandell

Volvemos a las andadas

«Vuelve el turista irrespetuoso con el destino y sus residentes, vuelve el turista baratero que solo busca drogas, camorra, alcohol y fiesta»

Cuando Alicia en el país de las maravillas, del famoso cuento de Lewis Carroll, le pregunta al sonriente gato Cheshire qué camino debía de tomar, éste le contesta: «Eso depende mucho del lugar adonde quieras ir. Si no sabes adónde quieres ir, no importa qué camino sigas».

Esto mismo es lo que nos sucede en el sector turístico en Ibiza, y me atrevo a decir que también en el resto de las Islas Baleares. No sabemos hacia dónde queremos ir, y cuando no sabes a qué lugar quieres ir, no importa qué camino escojas. De este modo, seguimos sin tener un plan trazado y consensuado por todos los agentes implicados, donde quede bien establecido hacia dónde queremos que avance y progrese nuestro modelo turístico. Damos bandazos a un lado y a otro, de un extremo al opuesto, sin llegar a un equilibrio, sin llegar a definir entre todos hacia dónde queremos que camine nuestra industria turística, la que, nos guste o no nos guste, nos da de comer a todos.

Y digo esto, porque lamento decir que después de dos años largos y duros de pandemia que han atacado de lleno a la línea de flotación de las empresas turísticas, lo mínimo que cabía esperar era extraer alguna enseñanza de todo ello que marcara el nuevo rumbo del sector turístico. Sin embargo, hemos dejado perder una oportunidad de oro de mejorar nuestra industria y fidelizar al viajero que habíamos conseguido atraer durante la pandemia. Porque cuando habíamos logrado diversificar el mercado, y cautivar a un turista más respetuoso con la isla, que no dependiera tanto de la fiesta, llega la nueva temporada, y volvemos a las andadas. Vuelve el turista irrespetuoso con el destino y sus residentes, vuelve el turista baratero que solo busca drogas, camorra, alcohol y fiesta por un módico precio. Llega de nuevo, el turista que no deja nada bueno en la isla y que espanta al viajero de poder adquisitivo medio alto, que viene a relajarse, a disfrutar pacíficamente de las bondades de la isla y a vivir la experiencia 360º que representa nuestra querida Ibiza. Así que me niego a permanecer impasible y callada, siendo espectadora de lo que estoy viendo y presenciando en primera persona, solo pocas semanas después de darse el pistoletazo de salida de la nueva y esperanzadora temporada postpandemia. No podemos dejar que esto suceda, tenemos que seguir aspirando a un turismo diferente y mejor, a un turismo que sepa ir de fiesta sin despreciar lo que representa la isla y sus valores, un turismo que sepa mostrar un mínimo respeto por sus ciudadanos y por aquellos que nos dedicamos profesionalmente a esta industria y luchamos cada día por hacerla mejor brindando experiencias vacacionales especiales que transmitan la esencia de Ibiza. Y es que, no todo vale, que me disculpe el sr. Maquiavelo, el fin (sobrevivir y hacer dinero), no justifica los medios (hacer lo que sea a toda costa), si queremos construir un turismo armonioso y de calidad, donde convivan, en paz y concordia, todas las facetas, bondades y maravillas que ofrece nuestra isla. Por ello, para que Ibiza no vuelva a convertirse en la ciudad sin ley, necesitamos de la implicación de todos nosotros. No queremos más excusas de quienes tienen el deber de velar por que se cumplan las normas que permitan la convivencia y la salvaguarda del orden y la paz social. Necesitamos más efectivos policiales y más medios para que se hagan respetar y cumplir las leyes y el orden. Necesitamos que Ibiza sea segura, limpia, bella y maravillosa, sin piratas ni intrusismo, porque si no es así, les aseguro que moriremos de éxito.

No podemos seguir, como en el cuento del ‘Traje nuevo del emperador’, por conveniencia, negando lo evidente: que el emperador va desnudo, o lo que es lo mismo, que no estamos haciendo (tanto el sector público como el privado) las cosas, todo lo bien que deberíamos. La realidad es la que es, nos duela o no, y si queremos cambiarla, mejorarla y obtener resultados distintos, habrá que ingeniárselas para hacer cosas distintas. Tengamos claro a qué lugar queremos llegar. Sepamos hacia dónde queremos llevar el barco. Y cuando tengamos claro esto, sabremos qué camino escoger para llegar a lo que consideramos que es el éxito como destino turístico.

«Solo unos pocos encuentran el camino, otros no lo reconocen cuando lo encuentran, otros ni siquiera quieren encontrarlo» (Lewis Carroll. ‘Alicia en el país de las maravillas’).

Alicia Reina Escandell  | Doctora en Turismo

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