Diario de Ibiza

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Alicia Reina Escandell

Contra viento y marea

Alicia Reina

Quiero creer que después de la tormenta siempre viene la calma, sin embargo, la cuestión estriba en cuánto va a durar la tormenta, extremo harto difícil de predecir. Me pregunto también, si seremos suficientemente resilientes para salir airosos ante las vicisitudes que estamos viviendo y las que nos quedan por vivir. Para aquellos que ya lanzaban las campanas al vuelo, vaticinando que todos nuestros males se habían acabado, que se armen de paciencia porque ni la pandemia ha finalizado del todo, ni podemos afirmar que un conflicto bélico en Europa, como el que estamos observando entre Ucrania y Rusia, no nos pueda afectar. De hecho ya nos está afectando. Incierto es, al menos en este momento, medir el alcance preciso de sus posibles consecuencias. De forma que, el siglo XXI, está siendo testigo privilegiado de la involución del ser humano, que no es capaz de aprender de los errores del pasado, ni de solucionar por la vía amistosa y pacífica sus conflictos. Y es que, aunque parezca una contradicción en sí misma, el ser humano puede ser, en ocasiones, el ser más bondadoso del mundo, capaz de las cosas más maravillosas y extraordinarias, y, al mismo tiempo, presentarse como el ser más malvado de la faz de la tierra, capaz de lo peor e inimaginable. Porque, desgraciadamente, el hombre, lo demuestran los hechos, es su propio enemigo y tiende a su propia autodestrucción. En este sentido, es descorazonador y tremendamente triste ver las estremecedoras imágenes que nos ofrecen los medios de comunicación. Imágenes de violencia, destrucción y desasosiego de las víctimas de este sinsentido. Así que solo nos queda, desde nuestra insignificancia, desear que esto acabe pronto y bien, y que la deriva de los acontecimientos no desemboque en una Tercera Guerra Mundial.

Mientras, en Baleares, estamos en nuestras cosas. Seguimos, ingenuos, con la preparación de la temporada, como si la cuestión bélica no fuera con nosotros. Porque la vida sigue, o al menos, queremos creer que sigue. De modo que, como cada año, volvemos a empezar. Volvemos con la puesta a punto de las instalaciones, el acomodo a las innumerables normativas y requerimientos transversales que se nos exigen, los planes y previsiones para cada escenario y la selección de personal. Especialmente dificultoso está siendo este último punto para todos, aún más, si cabe, para las empresas y hoteles kilómetro 0. Los hoteles kilómetro 0 en Baleares, son aquellos establecimientos hoteleros independientes, que pertenecen a autónomos y a pequeñas y medianas empresas autóctonas, y no a fondos de inversión ni a grandes empresas foráneas. Respecto al tema de la carencia de profesionales en el sector, que no es novedoso, cabe apuntar que si se pretende solucionar de forma definitiva, urge construir una estrategia global público-privada sólida e ingeniosa, como destino turístico, que permita mejorar la cantidad y calidad de los trabajadores del turismo, si queremos seguir siendo punteros en turismo.

Por consiguiente, las dificultades, existentes y sobrevenidas, son ya una tónica habitual, sobre todo, para el sector hotelero, acostumbrado a sortear y luchar, temporada tras temporada, con todo tipo de vicisitudes. Son innumerables los requisitos, requerimientos y obligaciones que se nos exigen, así como innumerables son los obstáculos que se nos presentan. A pesar de ello, por mucho que nos pese, hemos de intentar ver las dificultades como una oportunidad de mejora, porque tal como sabiamente afirmaba un antiguo proverbio inglés: «Ningún mar en calma hizo experto a un marinero». De modo que, cuando el mar se encuentra en reposo y el viento sopla a favor, es indiscutiblemente fácil parecer buen marinero. Solo hay que dejarse llevar, acomodarse y contemplar, desde cubierta, la elegante belleza que nos ofrece la serenidad del mar, lejos de todo peligro. Sin embargo, cuando llega una fuerte y huracanada tormenta y muestra toda su cólera, dificultando la labor del marinero, es entonces cuando solo sobrevive el experto, aquel que está preparado, el que no tiene miedo y decide enfrentarse, con coraje y valentía, a esos momentos terribles que amenazan con hundir el barco y, con ello, su seguridad. Seguiremos pues, a pesar de la tormenta y de los peligros que amenazan nuestra existencia, navegando contra viento y marea, confiando en nuestra propia pericia como marineros y en nuestra extraordinaria bondad como seres humanos.

«Cuanto mayor es la dificultad, mayor es la gloria» (Cicerón).

Alicia Reina Escandell  | Doctora en Turismo

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