Hace más de 40 años la nuclearización propiciada por el Gobierno de UCD se justificaba por la expectativa de la demanda eléctrica (que no se cumpliría) y la amenaza en el horizonte del efecto invernadero causado por las centrales de carbón previstas, que aconsejaba dar entrada a una supuesta energía “limpia”. En aquel tiempo el problema de la energía “limpia” de fisión nuclear eran unos residuos sucísimos capaces de contaminar de radioactividad la vida en la Tierra durante cientos y hasta miles de años, pero se esperaba dar con la solución y, más tarde, pasar a la energía de fusión, limpia de verdad. De entonces acá las cosas han cambiado poco. Es verdad que se han cumplido los peores augurios del efecto invernadero, pero seguimos sin saber qué hacer con los residuos nucleares, la energía de fusión sigue siendo lejana y la única solución, consumir menos, una quimera.