Diario de Ibiza

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Fernando de lama

Garbanzos y botellines

Pienso en los conciertos en los que más me he divertido este año que acaba y los primeros que me vienen a la cabeza son los de Juan Perro en es Caló de s’Oli, Johnny Burning en el Hotel Santos de Platja d’en Bossa y los Secretos en el Sonorama Ibiza. Tres nombres que seguro que ya sonaban en mi radiocasete Grundig con rejilla de madera hace más de tres décadas. Spotify me cuenta que los dos discos que más he escuchado en 2021 son los últimos de los Enemigos y los Deltonos... Empiezo a sospechar que mi indiscutible criterio musical —el criterio musical de uno es siempre indiscutible— se parece cada vez más al de la comida («muy buenos los torreznos de calamar con salsa de plancton y salicornia, pero donde esté un buen cocidito...») o la bebida («qué ricas esas cervezas artesanas, ahora, donde se ponga un quinto de Mahou clásica...»). Y eso que escucho un montón de cosas nuevas y antiguas, de aquí y de allá, pero creo que me estoy descontextualizando, aviejunando. La próxima vez que alguien me pregunte qué me parece lo último y lo más del triunfito de turno o el trapero de pro tendré que aparcar el académico «una mierda» y optar por una humilde confesión: «Yo es que soy más de garbanzos y botellines».

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