Diario de Ibiza

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César Navarro

Esperanza y muerte en el mar

Un amigo me comentó días atrás que se había topado con un cadáver mientas navegaba por la costa ibicenca, que atribuyó sin ambages a un inmigrante. Otro me explicó que también le había pasado a uno de sus clientes, unos días antes. Ambos mientras pescaban desde la comodidad de su pequeña embarcación. Los dos iban acompañados; cuatro ibicencos que han sido testigos de la trágica cara de la inmigración, la que no se cuenta cuando alguien saca a colación la estúpida, insolidaria, vergonzosa y además falsa excusa de que la ‘gente de fuera’ nos quita el pan y vive de la ubre del Estado. Nadie duda de que hay mafias detrás de las pateras, dirigidas por gente sin escrúpulos capaz de lucrarse con el sufrimiento y el miedo de sus congéneres. Hay escoria en todos los países y las profesiones del mundo. No nos libramos. Como también hay migrantes del ocio procedentes de los mismos países a quienes lamemos las sandalias porque nos riegan con dinero. Somos así de tiquismiquis y selectivos. Con un mar preñado de cadáveres me viene a la cabeza la migración a la inversa que se produjo en Ibiza hace no tanto tiempo. También murieron entre las olas las esperanzas de buenas personas. A ellos todavía se les recuerda. A los de ahora intentamos olvidarlos lo antes posible.

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