VOLVIÓ LA NORMALIDAD a la Pujada a sa Cala y los aficionados al motor tuvieron la oportunidad de reencontrarse con el olor a gasolina y el sonido de los acelerones. Un día de fiesta que merecía disfrutarlo como se merece, como demuestra este aficionado que se montó su propio palquito para ver los coches con todas las comodidades.
El álbum