Todos los amigos del pueblo llamamos el ‘Parque Sindical’ a la casa de Starman. Allí hacíamos fiestas recién salidos de la adolescencia y allí seguimos reuniéndonos todos los años alrededor de las brasas, sin importar si lo que se asa en ellas son chuletas o sardinas, mientras suena buen rock’n’roll añejo por los altavoces. A pesar de la dispersión geográfica que nos ha ido imponiendo la vida, siempre ha sido el lugar de encuentro de familias, parejas, nuevas parejas o niños que se han ido convirtiendo en adolescentes y en jóvenes entre chapuzones en la piscina. Todos han sido bien recibidos gracias a la generosidad y la paciencia de la familia y todos nos hemos empotrado alguna vez en una barbacoa que no nos tocaba. Hace unos días estaba allí leyendo un artículo sobre cómo la moda de hacerse fotos para Instagram está acabando con la ‘magia’ o con los valores culturales o ambientales de algunos de lugares. En Ibiza tenemos un claro ejemplo con es Vedrà y sus puestas de sol. Después me eché la siesta sobre la hierba hasta que el manzano decidió despertarme de un manzanazo y pensé que hay sitios por los que pasas para hacerte la foto, otros que pueden formar parte de tu vida y otros sin los que tu vida no sería la misma. Además de en la gravedad, claro.
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