Nos cortan la lengua. Todos. Los de babor y los de estribor. Y no será porque la saquemos mucho, que cada vez en estas islas hay menos oportunidades de usar la e neutra. Con un sable y dando más mandobles que Sandokán los unos, los de siempre, los que ven una afrenta en que hablemos, además de la del imperio (así te lo reclaman a veces), la nuestra. La de la tierra. Nuestras raíces, nuestra memoria familiar. Llevan siglos intentando erradicarla. Prohibiéndola. Ridiculizándola. Ahora con la táctica del divide y vencerás. Toda la independencia que no se da a un territorio se le concede a las lenguas: mallorquín, menorquín, ibicenco y formenterés. Casado dixit. ¿Y el conillerés pá cuándo? Y el PP de las islas allí, aplaudiendo al cebollino de su líder, que seguro que tiene muy claro que sus libros de Vargas Llosa no están traducidos del peruano. Todo babor, ayer, inundó twitter condenando semejante mentecatería. Les recuerdo que hace nada Podemos llamó «balear» al catalán de las islas en una enmienda presentada en el congreso. El primer paso para acabar con algo (o alguien) es desposeerlo de su nombre. Lo saben bien traficantes de personas, proxenetas y reeducadores. Nos cortan la lengua. Todos. Los de babor y los de estribor. Con unas tijeras de podar o con una cutxilla matancera. #M’agradenlescestrencades
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