Diario de Ibiza

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valentin villagrasa

Desde la Mola

Valentín Villagrasa

Historia sin final feliz

Supongo querido lector (en singular; si hay más de uno, lectores) que la historia de un cartón. Bueno, una caja de cartón no tiene mucho interés con la que está cayendo a nivel político o económico. Aunque puedo asegurarles que tiene (y mucho) que ver con una Formentera en plena ebullición de inicio de temporada, de reservas que se disparan, de optimismo (nada contenido en algunos) y de un ‘ya veremos’ con sonrisa cómplice incluida en muchos. Esta caja de cartón que originariamente escapó de una condena a acabar entre los compañeros de San Telmo en la Buenos Aires de los cartoneros consiguió convertirse en envoltorio de seis botellas de buen vino (que digo yo, de un excelente vino) que acabó en las mesas de un restaurante de esta isla. Vamos, una caja de ‘gran reserva’ que despojada de su interior se convierte en una más de ese conjunto que al final de la noche no es más que una manifestación de cartones que buscan un final feliz. Todo sin llegar a esas aglomeraciones de ‘gentes’ que ni respetan, ni entienden que su actitud puede herir, no la susceptibilidad como en las películas, sino la salud de usted o la mía. Una caja de cartón que cumplido su cometido termina planchada, rota, desgajada a lo salvaje, sin tener en cuenta su alma y buscando un lugar cercano para descansar hasta reencarnarse en un nuevo cartón, posiblemente convertido en lecho de un sintecho en algún cajero de una ciudad sin nombre. Llegan al primer contenedor (aquí al lado) ya sea subterráneo o en superficie…el cartel de completo y al lado muchos cartones de similar factura durmiendo al raso…vamos a por otro, algo más lejos (se les nota el cansancio) más de lo mismo; incluso hay cartones que asoman ya por la tapa que permanece semiabierta impidiendo el descanso de los demás cartones.

Nuestra caja, la de esta historia sin mayor interés, sigue su periplo por cuantas zonas de contenedores hay en la carretera PM-801. De aquí a un poco más allá con el mismo resultado: seguir o quedarse a la intemperie hasta que algún empleado de la empresa de recogida de residuos se apiade y la recoja para llevarla al merecido descanso. Así hasta el faro de la Mola… la última esperanza. En el camino se encuentra con algunas botellas que no caben en el contenedor del vidrio. ¿Vosotras también? Se pregunta resignada a que esta triste historia no tenga un final feliz. Demasiado cartón o poca recogida… esa es la cuestión.

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