El Govern balear ha aceptado al fin relajar, aunque de forma mínima, las estrictas restricciones impuestas sobre la isla de Ibiza. Los datos sobre la evolución de la pandemia, muy positivos desde hace semanas, no daban otra opción, puesto que ya resultaba insostenible el agravio comparativo con respecto a Menorca. En esta isla, con una incidencia de coronavirus que es casi el doble que la de Ibiza, los interiores están abiertos desde marzo, cuando estaba en fase 2, y las terrazas tienen desde entonces un horario mucho más amplio que en el caso ibicenco. En la fase 2 de Menorca, que se implantó el 2 de marzo, las terrazas podían abrir hasta las 22 horas, salvo viernes, sábados y vigilias de festivos, días en que debían cerrar a las 18 horas; y los interiores estaban abiertos hasta las 17 horas. Pero cuando Ibiza alcanzó la fase 2, las restricciones no fueron las que había en Menorca en ese periodo, mucho más laxas; y ahora que estamos en fase 1, desde hoy, tampoco se relajan las medidas como en la isla vecina.

Ibiza lleva desde el 10 de abril con incidencias inferiores a 25 casos por 100.000 habitantes a siete días y por debajo de 46 a dos semanas. Menorca tiene desde el 22 de abril una incidencia por encima de 50 casos por 100.000 habitantes a 14 días, y el pasado viernes era de casi 73. Sin embargo, en Menorca se pueden reunir seis personas en una mesa en una terraza, y en Ibiza sólo cuatro, una diferencia inexplicable. Desde que Menorca entró en fase 1 el 24 de abril, los interiores de sus establecimientos están abiertos con un aforo del 50% (ya podían abrir desde la fase 2, con un 30%); en Ibiza, cerrados por completo, y así permanecerán al menos dos semanas más, pese a que estamos en fase 1.

La indignación de patronales y del Consell de Ibiza frente a este distinto trato es por tanto justificada y comprensible, porque las explicaciones que ha dado el Govern no son convincentes. Afirma que en Menorca el aumento de casos se debe a los brotes, y hay buena trazabilidad de los casos, es decir, que no se trata de transmisión comunitaria. Sin embargo, a medida que la incidencia de Ibiza se mantiene semana tras semana por debajo de 50 casos a 14 días, en un nivel de riesgo bajo según el semáforo del Gobierno de España, los argumentos del Govern en vez de calmar los ánimos lo que han hecho es encenderlos. No hay que olvidar que están en juego la supervivencia de muchas empresas, ya exhaustas, y miles de puestos de trabajo.

La diferencia en el avance de la vacunación en Mallorca y en Ibiza también suscita un profundo malestar en nuestra isla. Hasta el momento, todas las dosis de la vacuna Janssen se han quedado en Mallorca, lo que se traduce en un automático incremento del porcentaje de población totalmente inmunizada, puesto que sólo requiere una inyección. De hecho, en Mallorca el porcentaje de personas inmunizadas por completo, dentro del grupo de vacunadas, es 10 puntos superior al de Ibiza. El Govern alega que debían inocular el lote con rapidez y que no se podía repartir entre las islas: ¿ocurrirá entonces lo mismo con las próximas que reciba Balears? Sin embargo, cuando llegaban lotes de la vacuna Pfizer directamente a Ibiza, sí se repartían con las demás islas.

El Govern balear tiene la obligación de velar por los intereses de todas las islas, de garantizar la equidad y evitar que en unas circunstancias similares se apliquen diferentes medidas, porque esa arbitrariedad supone la discriminación de los ciudadanos de las islas afectadas y un castigo innecesario a su economía y al empleo, ya muy maltrechos.

DIARIO DE IBIZA