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Para empezar

Fernando de Lama

El apagón

El aeropuerto de Ibiza nos ha regalado una metáfora para profundizar en lo ocurrido en los últimos catorce meses. El apagón que se produjo el jueves por un incendio en la central eléctrica de la terminal es una especie de resumen del tiempo de pandemia en el que todo se apagó de repente y no acaba de encenderse. No se trata solo de oscuridad sino, sobre todo, de incertidumbre. Es una anécdota que nos habla de la fragilidad de este gigante económico que hemos montado alrededor de la movilidad y en el que es difícil, por no decir imposible, vivir sin ella. De todo lo ocurrido en esas horas oscuras en la terminal ibicenca, me quedo con una imagen, la del personal de tierra anunciando los vuelos con pizarras y gestionando el embarque a mano, a la antigua usanza. Las pizarras han sido un elemento esencial en los momentos más duros de la pandemia, en la que los machacados establecimientos de hostelería se apresuraron a sacarlas de nuevo a la calle para anunciar su servicio para llevar, ese incierto clavo ardiendo al que agarrarse. Menos mal que el apagón se ha producido en un momento en el que apenas hay vuelos y solo unos pocos viajeros se han visto afectados. Lo dicho: una anécdota, sólo una metáfora.

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