Diario de Ibiza

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Miguel Ángel González

Desde la marina

Miguel Ángel González

Todo empezó allí

El sentido común y algunos indicios nos decían lo que ahora confirman las obras del Parador, que en el subsuelo del antiguo Castillo tenemos los vestigios de la ciudad primera, de la ciudadela púnica, de la primigenia Ayboshim. Todos los afloramientos de tiempos tan lejanos son importantes, pero éste no es uno más porque todo empezó en allí, en el vértice del Puig de Vila. Conviene subrayarlo. El pequeño tramo de muralla púnica localizado en el Patio de Armas se incorpora, con todo derecho, a la pequeña gran Historia de la ciudad y de la isla. Cabe decir, sin embargo, que el descubrimiento deja una sensación agridulce, porque dándonos una señal de pista y de investigación segura, no podremos seguirla. No podemos derruir lo construido. No podemos hacer tabula rasa. Por muy valiosas que sean las estructuras enterradas, tendremos que conformarnos con lo que pueda aparecer en las obras previstas.

Lo que tenemos, en cualquier caso, es significativo y determinante. Como primera memoria de la ciudad de ciudades que hoy es Ibiza, debe quedar a la vista. Siendo la primera página de su historia, tendremos que seguir leyéndola entrelíneas, porque lo que vemos es sólo una pequeña parte de lo que no vemos. Y no está mal que sea así, que la ciudad retenga un espacio secreto y proteja con celo sus más íntimas entretelas. Si el solar fundacional en las ciudades antiguas era sagrado, bien está que la Ayboshim lo mantenga oculto, que retenga su misterio y su aura, ese no sé qué que percibimos cuando caminamos Dalt Vila. Por algo tenemos allí, en la cima de la colina, nuestro templo mayor sobre una mezquita y, posiblemente, sobre un templo muy anterior. Me pregunto si podremos deducir, a partir del pequeño muro descubierto, el trazado que pudo tener el primer reducto de Ayboshim. Me temo que no. Los arqueólogos nos darán datos contrastados y fiables, pero inevitablemente fragmentarios. Mientras, con su permiso, los demás mortales seguiremos soñando y dejaremos volar la imaginación. Será también, creo yo, una forma de amor a la ciudad.

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