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José Miguel L. Romero

Un ‘arxiu’ para comer el bocata

Esta semana, el Arxiu Històric de Vila presentó sus nuevos documentos. Su archivera, Fanny Tur, se congratuló de que la ciudadanía ya sienta ese fondo como propio. En realidad es un logro suyo, por el que lucha desde hace décadas. En la de los 90, por ejemplo, hubo un alcalde que no parecía tener muy clara la utilidad de ese departamento. Tur, que se olía que se lo ventilara cualquier día, lo defendió a capa y espada y evitó su desaparición. Entre otras medidas, demostró que aquella sala, maltrecha y carente de medios, húmeda y fría en invierno, agobiante en verano, que no tenía ni aire acondicionado, donde las hojas de los periódicos eran pasto de los bichos, era muy transitada: instauró que cada persona que entraba allí firmara y declarara el fin de su visita. Posiblemente obligó también a plasmar su rúbrica a un corpulento agente de la Policía Local que tenía la costumbre de desayunar en esa sala un enorme bocata que regaba con una litrona de refresco gaseoso. Iba de pícnic al archivo. Quizás exagere, pero creo recordar que a Tur le saltaban chispas de los ojos cada vez que lo veía entrar. A ella debemos que el Arxiu ya sea modélico y que todos los alcaldes que han pasado desde entonces se lo tomen en serio. Y que haya dejado de ser un vulgar merendero.

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