Es imposible leer 'Tanto ruido', el extraordinario artículo que publicó ayer Pilar Ruiz, asomarse de nuevo a su testimonio, sin que se te remuevan las entrañas. Su relato de dolor, vergüenza y soledad de una mujer anulada, «muerta» en vida por su maltratador, sacude el alma y debería sellar los labios de cualquiera que se atreva a banalizar la violencia machista, si es que tienen conciencia. De los que se llenan la boca hablando de «denuncias falsas» y tildando de «chiringuitos» feministas la solidaridad y la lucha por la igualdad. Mónica, 28 años, y su hija Ciara, de 3; Olga, 61 años; Judith, 29 años; Liliana, 43 años; María Concepción, de 77 años, degollada; Manuela, 79; Rosa, Clara, Ana, Remedios... Al menos 41 mujeres han sido asesinadas en España este año por sus parejas o exparejas y 35 nunca habían denunciado a su verdugo. Callaron como callan miles. Porque están aterrorizadas, porque se autoconvencen de que, pese a las humillaciones, eso es amor para salvar su autoestima, porque no tienen dónde ir, por los hijos, por los padres, por el qué dirán, porque se culpan a sí mismas o, como él «es un tío estupendo», porque las juzgarán y las culpabilizarán a ellas, porque les ha arrebatado hasta las ganas de vivir... No conozco a Pilar, pero estoy convencida de que escribir sobre una pena tan íntima la debe lastimar, y aun así lo hace para demostrar a las mujeres que están atrapadas en ese horror que fuera las espera otra historia, que de ahí se sale y que son dueñas de su futuro. Por ellas, por todas nosotras, gracias Pilar, valiente.