En 1996, cuando un estudio científico demostró que los cigarrillos contenían una sustancia altamente cancerígena, la todopoderosa industria tabacalera contraatacó financiando un aluvión de informes, también desarrollados por técnicos y especialistas, que decían la contrario y prácticamente definían el tabaco como el elixir de la eterna juventud.

La semana pasada asistimos a un nuevo ejemplo de que, con un presupuesto adecuado, se puede conseguir un informe que diga que los burros vuelan. El organismo Ports IB, una semana antes de que Sant Antoni vote en pleno si quiere o no quiere ferris, se sacó de la manga un estudio inaudito, que ya ha levantado ampollas, generado duras críticas y despertado intensas dudas en cuanto a su realismo.

Como ya hay tres partidos que han anunciado que votarán en contra de los ferris y suman mayoría absoluta, Ports IB, con la difusión del documento en este preciso momento, parece preparar una salida para ignorar la voluntad de Sant Antoni y seguir manteniendo los buques en la bahía. Ello pese a que ya se ha demostrado por activa y por pasiva que no traen nada bueno, ni desde el punto de vista económico, ni social, ni ambiental. Palma, por tanto, abona el terreno para perpetrar una nueva mallorquinada.

Las conclusiones del informe, pagado a una consultora, establecen sin matices que el tránsito de ferris por Sant Antoni no provoca ruidos, no genera atascos y no tiene la menor consecuencia medioambiental. Tal cual. O los vecinos de Sant Antoni han estado viendo visiones todos estos años o el informe carece de objetividad.

Lo único que reconoce el estudio es la ola que crean estos buques a su llegada y que ya ha causado accidentes entre bañistas y pescadores en la costa. Dichos sucesos, sin embargo, ni se mencionan y se afirma que reduciendo la velocidad el problema queda solucionado. Si tan sencillo es, ¿por qué han sometido a población y turistas a un peligro gratuito durante tantos años? Solo por esta razón, habría que impedir que se reanude su actividad.

El documento, sin aportar pruebas sólidas, ataca todos los frentes y acaba diciendo, literalmente, que «el tráfico marítimo no genera impactos negativos significativos sobre el municipio de Sant Antoni de Portmany». Para ello, pasa de puntillas por innumerables cuestiones altamente preocupantes, como los daños que el movimiento de lodos, durante las operaciones de atraque y desatraque, genera en la posidonia, como defienden distintos científicos. Cabe recordar que la posidonia es una planta acuática protegida que genera un estallido de vida marina y que retiene la arena en las playas y oxigena el agua, aportando el color y la transparencia característicos de nuestra costa.

Pues dicho informe, que por cierto ha difundido el mismo Govern balear que en su día aprobó el decreto para conservar la posidonia -¿cabe mayor paradoja?- zanja el asunto con cuatro párrafos dentro de un mamotreto de 173 páginas, concluyendo también que los ferris no le afectan, sin aportar una sola imagen o análisis comparativo.

Ports IB también insiste en la proximidad de la península para justificar la reapertura del puerto, pero no alude ni una sola vez a que las líneas que vienen de Denia siguen luego hacia Mallorca, por lo que ir a Vila les resulta indiferente. De hecho, hace tiempo que las propias navieras prefirieron establecerse en es Botafoc, convirtiendo Sant Antoni en un puerto aún más residual de lo que ya era. La cuestión es tan disparatada que este asunto ya parece más una cuestión de tamaño de gónadas que de transporte o economía.

Por último, hay que aludir al titular que resume el informe y que señala que la apertura del tráfico de ferris tendría un beneficio de 52,5 millones de euros en diez años. Lo que no dice el estudio, sin embargo, es que esta misma cantidad, con independencia de lo hinchada que esté, se generaría igual con la llegada de estos mismos barcos al puerto de Vila. De hecho, desde que no hay ferris en Sant Antoni, incluso han llegado más pasajeros a la isla.

El vicepresidente del Consell, Javier Torres, que además forma parte del Consejo de Administración de Ports IB, ya ha anunciado que en Mallorca apoyará lo que diga el Ayuntamiento. Sin embargo, no sabemos qué hará la vicepresidenta del Govern, la ibicenca Pilar Costa, que también forma parte de este organismo.

Que una institución pública, supuestamente creada para velar por el interés general, se dedique a bailarle el agua a las navieras y dar la espalda a la voluntad del pueblo constituye el mejor ejemplo de una forma de hacer política medieval. En estos momentos de grandes incertidumbres y desafíos, solo puede considerarse un paso atrás. Es momento de compromiso, unidad y de mirar al futuro.

@xescuprats