Hace más de 10 años me dieron una colleja por llamar anciano a un hombre de 60 años en una noticia sobre un suceso en Granada. Mi percepción de la edad con 20 era distinta a la actual. Un señor de 60 tacos era un abuelo. Ahora que mis padres tienen esa edad para nada se me asemejan a un anciano. En otra noticia, también de sucesos, ya en Ibiza, llamé joven a un hombre de 30 años. Mi director de entonces me dijo que sólo usase ese término para menores de 30 años, porque con esa edad más que joven eres maduro camino a pureta. Por eso, cuando el Ayuntamiento de Sant Josep publicó hace un par de semanas unas ayudas al alquiler para jóvenes dirigidas a personas de hasta 39 años me llamó la atención. Con un pie casi en los 40, que te sigan llamando joven es un lujo. Tanto como poder pagar un alquiler en esta isla. De ahí la necesidad de extender estas ayudas a esa franja de edad. Que a los 39 sigas necesitando ayudas para el alquiler significa que algo no funciona. Que tengas que compartir casa porque no puedes permitirte vivir solo es la tasa a pagar en esta isla. Ni qué decir cómo se está agravando el problema de la vivienda con la pandemia. Y es que todavía hay pisos vacíos con precios desorbitados que esperan hacer caja en verano.