La justicia poética llega a la clase política más reivindicativa. Al fin, nuestros representantes para la cosa pública están sufriendo la crisis inmobiliaria, esa que ha obligado a muchos a abandonar las islas y a otros tantos a comerse su orgullo para vivir compartiendo habitación. Mae de la Concha, líder de Podemos en las islas, «no podría seguir en el cargo» sin el suplemento de 22.000 euros anuales, nada menos que 1.800 euros al mes, del plus de residencia. Lo ha soltado así, como quien no quiere la cosa. Dada la importancia de la labor de De la Concha, su innegable aportación al bienestar de todos y su impagable carisma e indispensabilidad, propongo que todos los baleares pongamos unos céntimos para, como pidió hace unos años la gran Lola Flores, recaudar el dinero suficiente para redondear lo que ya cobra esta pobre mujer: 60.000 euros más dietas y los mencionados 22.000 euracos. ¿Cómo no habíamos caído en la cuenta de que es imposible vivir en las islas con 82.000 euros al año? Qué ilusos somos a veces... UGT, de manera muy acertada, le ha ofrecido a De la Concha un manual de supervivencia. Pero habría que ir más allá. No estaría mal obligar a esta sacrificada política a vivir compartiendo ya no piso, sino habitación, y recortarle el sueldo hasta los poco más de mil euros que cobra la media de los asalariados de las islas. Además de quitarle el coche oficial y las dietas, que deben ser tan generosas como grotescas. Nos íbamos a reír un rato largo... ¿En qué realidad paralela viven algunos políticos?